Una ciudad de las dimensiones y complejidad de Teotihuacan debió tener una planeación cuidadosa, que incluyó no sólo razones prácticas y de organización del espacio, sino también la concepción del mundo que regía la vida de sus habitantes. Como otras ciudades mesoamericanas, en el trazo de Teotihuacan se buscaba reflejar el arreglo del cosmos y para ello resultó esencial la disposición de sus construcciones a lo largo de dos ejes transversales, el principal de los cuales es el que los mexicas llamaron Calle de los Muertos, por creer que los numerosos montículos situados a su vera eran tumbas. En realidad se trata de un grandioso conjunto de construcciones de diferentes tipos, en las que lo mismo habitaban los miembros de la clase dirigente, que albergaban actividades civiles y administrativas y eran teatro de una vida ritual que seguramente impresionaba a propios y extraños. La Calle de los Muertos mide alrededor de 5 km, si bien el área que ahora se visita tiene cerca de 2 km, a lo largo de la cual se encuentran 80 basamentos de distintos tipos y tamaños.
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Tomado de Arqueología Mexicana, Especial 28, Teotihuacan, guía visual.