La pirámide es imponente y acapara la atención del visitante.

En su tiempo fue la sexta ciudad más grande del mundo.

Casi todos los teotihuacanos vivían en grandes conjuntos de departamentos, como los que hoy día pueden visitarse en La Ventilla, Tetitla, Atetelco y Tepantitla.

A sus lados se ubica un grandioso conjunto de construcciones en las que lo mismo habitaba la clase dirigente, que albergaban actividades civiles y administrativas y eran teatro de la vida ritual.

El rasgo más notable de este conjunto es el patio del palacio, delimitado por pilastras labradas con representaciones de aves mitológicas.

Es uno de los conjuntos más notables de Teotihuacan, por sus impresionantes dimensiones y su lograda arquitectura.

Es, por su rica y compleja decoración, uno de los edificios más bellos no sólo de Teotihuacan sino del México prehispánico.

Este monolito representa a la diosa con un gran tocado, orejeras, huipil, falda con rica decoración y sandalias.

Las exploraciones en el interior de la Pirámide de la Luna han arrojado nueva información sobre su papel en la historia de Teotihuacan.

Sólo la Pirámide del Sol es más grande que este edificio de más de 45 m de altura y de 140 por 150 m de base.

Con sus 65 m de altura y sus 225 m por lado la Pirámide del Sol es no sólo la más grande de Teotihuacan sino una de las de mayor volumen del México antiguo.

Si bien la zona de monumentos que ahora se puede visitar en Teotihuacan representa tan sólo una parte del área que en su apogeo cubrió la ciudad, no cabe duda de que contiene uno de los conjuntos arquitectónicos más notables de la antigüedad.