La Plaza del Sol
Aunque el volumen de la pirámide es imponente y acapara la atención del visitante, debe tenerse en cuenta que a ella se asocian otras construcciones, a las que pertenecen buena parte de las esculturas que se han encontrado. Una de esas construcciones es parte misma de la pirámide y se trata de una plataforma adosada a su fachada en una época posterior. Al pie de ésta se encuentra la entrada a una cueva natural que corre por debajo de la Pirámide del Sol, y es posible que la presencia de este elemento determinara la ubicación del monumento, toda vez que en la cosmovisión indígena las cuevas poseían una fuerte carga simbólica.
Imagen: Arriba: La apariencia que ahora luce la Pirámide del Sol, despojada de la vegetación y el escombro que la cubría, es producto de las exploraciones realizadas a principios del siglo XX. Pirámide del Sol, 1996. Foto: Christa Cowrie / Raíces.
Abajo: En su momento, la Pirámide del Sol y los edificios cercanos a ella estuvieron completamente decorados con pinturas y diversos elementos arquitectónicos. A lo largo de más de cien años de exploraciones arqueológicas, se ha recuperado un buen número de esculturas que dan cuenta de ello. De izquierda a derecha: Jaguar al pie de la pirámide adosada a la Pirámide del Sol. Atado de cañas en llamas. Museo Nacional de Antropología. Escultura del señor del inframundo, localizada en la Plaza del Sol. Museo Nacional de Antropología. Fotos : Marco Antonio Pacheco / Raíces.
María del Carmen Solanes. Arqueóloga, Investigadora de la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos del INAH. Colaboradora del “Proyecto Copilco: Un sitio arqueológico del Pedregal de San Ángel”.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Solanes, María del Carmen y Enrique Vela, “Teotihuacan”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 28, pp. 52-53.