La cara de algunos trabajadores de Teopancazco

Lilia Escorcia

El mestizaje en la expresión facial

La complejidad étnica de Teotihuacan, caracterizada por la confluencia de diversos grupos foráneos asentados en la periferia, redefine el fenómeno del mestizaje. Aunque se conservan rasgos fisonómicos por herencia, se comparten otros modificados culturalmente y esto en su conjunto se convierte en un rasgo de pertenencia identitaria.

En este trabajo se representan las caras derivadas de cinco cráneos prehispánicos de personas que habitaron o trabajaron en el centro de barrio de Teopancazco, Teotihuacan, durante el Clásico, a partir de retratos compuestos, también denominados retratos hablados, elaborados con la base de datos “La cara del mexicano”, también llamada Caramex (Serrano et al., 2001); están representados en vista frontal y una propuesta artística de perfil, siguiendo los lineamientos del procedimiento escultórico y los estudios faciales de referencia poblacional.

Arte y ciencia

Para lograr la apariencia facial de los rostros se echó mano de los principios de las técnicas de aproximación facial escultórica, de la base de datos Caramex y de la ilustración artística por computadora. El procedimiento inició con la obtención fotográfica a escala de los cráneos, de frente y de perfil, la obtención de algunas medidas y la integración de datos biográficos: sexo, edad, modificaciones culturales y lesiones antemortem. Posteriormente se calcularon algunos índices craneales, que más tarde se usaron para la construcción de los rasgos de la cara: ojos, nariz, boca y orejas. Las imágenes seleccionadas de frente y de perfil se limpiaron y escalaron en el programa Photoshop®, en el cual se realizó todo el procedimiento. Asimismo, se hizo la reconstrucción gráfica de algunas partes faltantes de hueso de los cráneos, debido a la mala conservación, con el fin de contar con la mayoría de los elementos necesarios para reconstruir los rasgos faciales.

Sobre cada cráneo se colocaron puntos de referencia, también llamados craneométricos, y se trazó una “X facial”, esto es un par de líneas que cruzan tres puntos de referencia (las órbitas de los ojos, la base de la nariz y la oclusión de los dientes) y de la intersección de ellas resulta una equis que ayudará a construir la hipotética anchura de la boca. También se colocaron unas líneas que parten de la superficie del cráneo y representan el promedio del grosor de los tejidos blandos de la cara de los mexicanos adultos. Con estos elementos se elaboró un contorno facial con vista frontal y de perfil.

Construcción facial, el peinado y los accesorios

La elaboración de estos rostros implicó atender dos aspectos fundamentales: los estudios sobre la estructura del cráneo y los de referencia en población viva biológicamente cercana al caso que analizamos. Ambos permiten conocer la relación de la estructura entre el hueso y los tejidos blandos de la cara, así como la ubicación, forma y tamaño de los rasgos faciales.

Sin embargo, debido a la variabilidad y diversidad poblacional de la expresión fenotípica, representar las formas del pliegue de los párpados, el color del iris de los ojos, la pilosidad de las cejas, el color y la textura de la piel, el color y la forma del cabello, la forma y el tamaño de las orejas, la forma de los labios y la aparición de las líneas de expresión, implica todo un reto, sin considerar las características o señas particulares como lunares y cicatrices en la piel que son imposibles de conocer por medio del cráneo; no obstante, las lesiones en el hueso de la cara sí pueden representarse en una aproximación facial, por ejemplo, una fractura nasal o cualquier lesión patológica.

Tomando en cuenta lo anterior, se construyeron los rasgos de la cara por regiones con el programa Caramex y  finalmente se incorporó color a la piel, a partir de fotografías de individuos teotihuacanos actuales. A los adultos se le agregó orejeras tomando en consideración las características de las figurillas arqueológicas provenientes del sitio y como peinado se utilizó un corte semilargo lacio a la altura de la nuca con fleco en la frente, característico de individuos masculinos de la gente “común” del pueblo, también denominados macehualtin, en edad productiva (comerciantes, artesanos, agricultores, entre otros). En la figura 3 muestra el resultado de las características faciales de cada individuo adulto.

Lilia Escorcia. Doctora en antropología por la UNAM. Académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, adscrita al Laboratorio de Antropología Forense.

 

Escorcia, Lilia, “La cara de algunos trabajadores de Teopancazco”,  Arqueología Mexicana, núm. 157, pp. 62-69.

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