La división primaria en cuatro

Alfredo López Austin

Si es dual la división vertical más simple, la división horizontal primaria forma cuadrantes. El prisma corporal es móvil, pues se traslada en la trayectoria del hombre. Pero cuando el cuerpo se proyecta en el espacio, el prisma se ancla en el paisaje. Los cuadrantes oriental y occidental se establecen con los ortos y ocasos del Sol y de la Luna. Los cuadrantes septentrional y meridional complementan la superficie.

Cada uno de los cuatro cuadrantes tiene múltiples atributos propios. Por ejemplo, un documento del siglo XVI dice de sus diferentes lluvias:

 [El] dios del agua tiene un aposento de cuatro cuartos… do están cuatro barreñones grandes de agua: la una es muy buena, y de ésta llueve cuando se crían los panes y semillas, y enviene en buen tiempo. La otra es mala cuando llueve, y con el agua se crían telarañas en los panes y se añublan. Otra es cuando llueve y se hielan; otra cuando llueve y no granan y se secan”.  Historia de los mexicanos por sus pinturas, p. 26.

Los símbolos primarios de los cuadrantes son colores. No hay una designación uniforme para toda Mesoamérica. En las fuentes documentales mayas se señala el rojo para el este, el blanco para el norte, el negro para el oeste y el amarillo para el sur. Son los principales colores de las mazorcas de maíz. Las criaturas se reparten por los cuatro sectores. En el libro del Chilam Balam de Chumayel los pedernales forman cuatro grupos coloridos: pedernal rojo, pedernal blanco, pedernal negro, pedernal amarillo, y así son los frijoles, los árboles, los pájaros, los guajolotes, las palomas, los camotes, los bejucos, los zapotes, las abejas y las flores. También se dice en el Chilam Balam que la noche pertenece al occidente. Los mismos cuatro colores servían para simbolizar los rumbos entre los tarascos, y por ello el antiguo caudillo Ticátame afirmó que para defenderse de sus enemigos contaba con flechas de pedernales rojos, blancos, amarillos y negros.

Los dioses mesoamericanos también se distribuían en el espacio horizontal. Los antiguos nahuas concebían que, dado el poder de desdoblamiento divino, Tláloc se dividía para formar de sí mismo cuatro tlaloque de cuatro colores, y de su dios del fuego decían que cuatro de sus personas estaban en los cuatro lados del mundo: Xoxouhqui Xiuhtecuhtli, el verde azulado; Cozauhqui Xiuhtecuhtli, el amarillo; Íztac Xiuhtecuhtli, el blanco, y Tlatlauhqui Xiuhtecuhtli, el rojo. Los tarascos pensaban lo mismo de sus dioses Tirípime. Los antiguos mayas afirmaban que había horizontalmente cuatro dioses de la lluvia: Chak Xiib’ Cháak, el rojo; Sak Xiib’ Cháak, el blanco; Éek Xiib’ Cháak el negro, y K’an Xiib’ Cháak, el amarillo. Los dioses proyectados adquirían las propiedades de sus respectivos cuadrantes. En nuestro tiempo, un hombre maya de poder dijo a quienes lo entrevistaban:

el Chaak blanco, que vive por Cancún, trae lluvia blanca. Es mala para el maíz, lo mata; pero es buena para que abunden el macal, las jícamas, los camotes y la yuca. El j-men Alfonso Dzib, de Xocén, Yucatán, lo dijo a los investigadores Ana Ortiz y Miguel Vassallo. Comunicación personal.

 

Alfredo López Austin. Doctor en historia por la UNAM. Investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM. Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

López Austin, Alfredo, “La división dual primaria”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 83, pp. 23-25.