La entronización
Los reyes tenían relaciones exclusivas con los dioses y los antepasados. El ritual de la entronización tenía un significado simbólico de profundos anhelos sociales, en el que el cuerpo y la imagen del ajaw se transfiguraban en un auténtico recipiente de valores que sustentaba a todo el Estado y la comunidad.
Como se ha mencionado, la sucesión al trono era patrilineal. Las reinas ascendían al trono únicamente en situaciones excepcionales, como ocurría durante las crisis dinásticas, cuando ningún heredero masculino estaba disponible en el momento oportuno. Contrario a lo que puede leerse en muchas publicaciones, la primogenitura no era la regla. Los sucesores al trono eran elegidos entre los descendientes masculinos del rey. Rara vez se relataban acontecimientos ocurridos durante la infancia de los sucesores al trono, puesto que carecían de significado político. Sólo algunos textos dan cuenta de un ritual de autosacrificio que tenía lugar a la edad de cinco o seis años, el cual representaba claramente el punto culminante de una ceremonia iniciática.
Con la entronización, el rey trascendía su condición de simple ser humano para transformarse en una institución política. En la práctica, estos rituales de entronización funcionaban como ritos de paso. Durante el tránsito, la transformación se manifestaba en la aceptación de un nuevo nombre, mediante el cual los reyes se identificaban como la manifestación particular de algún dios, aunque también a través de la indumentaria. De esta última destacaba el tocado como la manifestación material de la institución del reinado. Por tal motivo, el tocado era transmitido de generación en generación.
Imagen: Izquierda: Con la entronización, el rey trascendía su condición de simple ser humano para transformarse en una institución política. La entrega del tocado era el acto culminante de la ceremonia. Piedra Esculpida 1, Bonampak, Chiapas. Dibujo: Alfonso Arellano, Tomado de De La Fuente, La pintura mural prehispánica en México II. Bonampak, 1998 P. 269. Derecha: Sacrificio de sangre de un niño, acompañado por sus padres y otros miembros de la corte real. Tablero 19 de Dos Pilas, Guatemala. Dibujo: Stephen D. Houston.
Nikolai Grube. Director del Departamento de la Antropología de las Américas de la Universidad de Bonn, Alemania. Sus investigaciones recientes tratan sobre la historia dinástica de los reinos mayas y el desarrollo de la escritura en Mesoamérica. Desde 2009 dirige el proyecto arqueológico Uxul, Campeche. Sus libros recientes incluyen: Maya: Reyes divinos de la selva (2002) y Crónica de los reyes y reinas mayas (junto con Simon Martin, 2002).
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Grube, Nikolai, “La figura del gobernante entre los mayas”, Arqueología Mexicana, núm. 110, pp. 24-29.
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