J. Benedict Warren y Patricia S. Warren
Vasco de Quiroga, abogado, lector apasionado, católico, hombre caritativo y sobre todo humanista, realizó una amplia labor evangelizadora que trascendió en la organización social de las comunidades indígenas, lo cual le ha valido cinco siglos de reminiscencia en Michoacán.
Durante el siglo XVI, la figura de Vasco de Quiroga es predominante en la historia de la presencia cristiana en Michoacán. Sin embargo, los primeros avances del cristianismo en el reino indígena de Michoacán se dieron más de una década antes de que Quiroga pisara el suelo de la Nueva España.
En 1522, un sacerdote católico, que llegó con la expedición de Cristóbal de Olida Michoacán, fue quien celebró la primera misa de que tenemos noticia. Uno de los nobles del reino de Michoacán, que presenció la misa. llegó a pensar que se trataba de una práctica mágica y que el sacerdote estaba tratando de adivinar en el vino del cáliz.
Al principio, el esfuerzo por cristianizar fue negativo; su principal actividad estaba concentrada en el exterminio de la práctica del sacrificio humano y en la destrucción de los ídolos. Sin embargo, tal destrucción de los símbolos de la religión nativa no dejó nada nuevo en lugar de lo que se suprimió.
En 1525. llegaron unos misioneros franciscanos que empezaron a instruir a la gente en la nueva fe. con el apoyo del cazonci, el gobernante nativo. El superior de este grupo fue fray Martín de Jesús de La Coruña, quien se instaló por varios años, lo que le valió ser considerado el primer apóstol de Michoacán. Estos pioneros religiosos tuvieron que enfrentar el problema de la lengua regional, completamente diferente al náhuatl. La década de 1520-1530 fue un periodo muy turbulento en Michoacán, pues no se contaba con una representación organizada de la autoridad civil. y la presencia española se sintió principalmente a través de los encomenderos. quienes exigieron tributo, o de los mineros, que anduvieron buscando oro. El cazonci estuvo prisionero en México varias veces, y los conflictos culminaron con la ejecución del gobernante, ordenada por Nuño de Guzmán a su paso por Michoacán, en 1 530.
A causa de diversas fallas en la administración española de Michoacán, en 1533 la Audiencia de México envió a uno de sus miembros, el oidor Vasco de Quiroga, a que hiciera una visita al antiguo reino tarasco. Por este motivo, el licenciado Quiroga llegó por primera vez a la región.
¿Quién fue este hombre y qué hizo para merecer casi cinco siglos de reminiscencia en Michoacán? Vasco de Quiroga nació en Madrigal de las Altas Torres, en Castilla la Vieja, posiblemente entre los años de 14 77-1478, de ascendencia gallega por el lado paterno. No sabemos mucho de su formación como joven, pero sí sabernos que estudió derecho y obtuvo el título de licenciado. Entró al servicio real como funcionario de la Corona, y con esta investidura lo encontramos como juez visitador en el recién conquistado reino de Orán (África del Norte), en 1525. Obviamente, la Corona estaba satisfecha con su trabajo, porque lo mandó a Murcia, y fue allí donde recibió la notificación de su nombramiento como oidor de la Segunda Audiencia de México.
Llegó a Veracruz a fines de 1530 y a la ciudad de México en enero de 1531. Allí empezó su gran labor, no sólo como oidor sino también como fundador de dos pueblos-hospitales llamados Santa Fe: el primero cerca de la ciudad de México, y el segundo, que nos concierne más, el de Santa Fe de la Laguna, en Michoacán.
Los pueblos-hospitales
¿Cómo surgió la idea de los pueblos-hospitales? Quiroga, además de abogado, era un católico creyente, practicante, bien centrado en las virtudes de caridad, esperanza y fe. Aparte de esto, también sabemos que fue un lector apasionado: al fin de su vida poseía en su biblioteca personal 640 volúmenes, cosa extraordinaria en ese entonces. Podemos pensar que él, como muchos de sus compatriotas, estaba ansioso por compartir su fe con la gente de la Nueva España, teniendo un espíritu evangelizador unido a su profundo conocimiento de la ley.
Durante los primeros años después de su llegada al Nuevo Mundo, leyó la Utopía del inglés Tomás Moro, otro gran humanista. Este libro tuvo una influencia muy importante en el pensamiento de Quiroga, quien llegó a considerar que el autor debía haber experimentado una inspiración divina para poder escribir algo tan afín a las necesidades de los indios. Por ello, Quiroga propuso a la Corona reorganizar toda la sociedad indígena. basándola en el modelo de la Utopía.
Aparte de su trabajo como oidor, don Vasco empezó a sensibilizarse con la gente indígena y sus problemas, derivados de la disrupción social de la conquista. Los vio despojados de sus tierras, separados de sus esposos o esposas, a los niños sin sus padres, a la gente dispersa y, según su opinión, en manos del paganismo diabólico.
Todo su conocimiento y sabiduría se concentraron en este problema. Esto dio por resultado uno de los primeros experimentos en reorganización social, basado en la conjunción de los principios de la Utopía con los preceptos evangélicos.
Quiroga quería fundar pueblos-hospitales. La noción medieval de un hospital conlleva no sólo la idea moderna de un lugar para curar enfermos, sino conceptos bastante más amplios. Significa un lugar protector, acogedor, que da la bienvenida a los necesitados, los viajeros, los ancianos y los huérfanos.
A esto, Quiroga le añadió la idea de congregar gente para facilitar la enseñanza de la Santa Fe, las costumbres y el idioma castellano a la comunidad. También tenía la esperanza de que los nativos, al estar organizados en comunidades, se encontrarían mejor protegidos de los españoles.
En 1536 se creó el obispado de Michoacán, y Vasco de Quiroga. aunque era un laico sin órdenes eclesiásticas, fue nombrado obispo de la nueva diócesis. A fines de 1538oprincipiosde 1539seconsagró como obispo y fungió en ese cargo hasta su muerte, acaecida en 1565.
Quiroga también fundó el Colegio de San Nicolás, en el cual quiso educar jóvenes para el sacerdocio. Además, pensaba que en este colegio la gente indígena podría enseñar su lengua a los estudiantes españoles y así prepararlos mejor para el servicio religioso en los pueblos.
J. Benedict Warren. Doctor en Historia por la Universidad de Nuevo México. especializado en la historia de Michoacán, siglo XVI. Profesor emérito de la Universidad de Maryland. Actualmente radica en Morelia.
Patricia S. Warren
Patricia S. Warren. Maestra en Historia por la Universidad de Maryland, especializada en la historia de México, siglo XVI.
Warren, J. Benedict , Patricia S. Warren, “Niñez y juventud entre los nahuas”, Arqueología Mexicana núm. 60, pp. 22-29.
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