Las ciudades
Típicamente, las ciudades mayas son suma de múltiples complejos cívico-ceremoniales de arquitectura monumental, con frecuencia conectados entre sí por anchas avenidas, de trazo relativamente recto, que se observan como caminos blancos, de ahí su nombre maya de sacbé. Alrededor de estos complejos, a distancias variables, se distribuían las casas de la gente común, en la mayor parte de los casos con sus fachadas y patios orientados hacia los puntos cardinales. Alrededor de las casas había siempre un huerto donde se cultivaban hortalizas, plantas medicinales y árboles frutales; se criaban animales domésticos y se mantenían en cautiverio otros en estado salvaje. Más allá del área construida se encontraban los campos donde se cultivaba maíz, frijol, calabaza y varios tubérculos. De esta manera, el paisaje general de los pueblos mayas era un continuo de casas tan sólo interrumpido por la presencia ocasional de conjuntos de arquitectura monumental, así como por áreas de cultivo, terrenos accidentados y cuerpos de agua. El patrón de asentamiento maya es producto de una forma de organización espacial propia, una alternativa para dar sentido social y político a grandes conglomerados, y no una consecuencia inevitable en vista de las condiciones ambientales y la tecnología agrícola disponible.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Vela, Enrique (editor), “Las ciudades”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 64, p. 11.