El estudio de los restos óseos de las elites mayas del Clásico ha permitido saber que si bien gozaban de una calidad de vida mejor que el resto de la población no estaban exentas de enfermedades. Algunas dinastías, como las de Palenque y Calakmul, padecían enfermedades degenerativas, por la avanzada edad a la que llegaban, y otras por predisposición genética.
Las elites de la sociedad maya siempre han provocado interés y fascinación. Sabemos de los jerarcas gracias a la información que provee la epigrafía y la arqueología y cada vez más también por aquella proporcionada por sus restos mortales. El estudio de las osamentas cuyas sepulturas indican un estatus privilegiado o, más aún, dinástico, ha permitido una recreación detallada de la vida y la muerte entre la antigua nobleza maya. Así, hoy en día conocemos aspectos puntuales como la edad en el momento de la muerte, constitución física y régimen de actividades. Sabemos de algunos impedimentos, de salud infantil y de padecimientos geriátricos, así como de su higiene bucal y alimentación. Para averiguar las secuelas de esas enfermedades, los especialistas de hoy recurren, además de la inspección esquelética convencional, a nuevos recursos como los estudios químico-moleculares, la endoscopía y la radiografía, así como a la paleohistología, que permite un mejor diagnóstico mediante la evaluación microscópica de secciones delgadas del tejido óseo.
Salud y nutrición en la aristocracia
Si bien los jerarcas no estaban exentos de los problemas de salud que aquejaban al resto de la población, las evidencias apuntan hacia condiciones de vida más favorables. Algunos estudios han mostrado que los aristócratas gozaban de una alimentación formada por una mayor proporción de proteína animal y que, al parecer, era mas equilibrada que la dieta popular, muy dependiente del maíz y el frijol. Aunque sólo podemos inferir de manera indirecta cómo era la complexión física y el peso corporal de los patriarcas, creemos que no es casualidad que en las representaciones aparezcan como personas bien nutridas e incluso corpulentas. La menor cantidad y gravedad de lesiones en sus osamentas ocasionadas por carencias (como la cribra orbitalia, la espongiohiperostosis, la hipoplasia del esmalte y las reacciones infamatorias en los huesos largos) indican un periodo de crecimiento y maduración sin tantas privaciones como las sufridas por el resto de la población, y también hablan de condiciones favorables durante su vida adulta. Probablemente estas circunstancias benéficas permitieron a los sectores privilegiados alcanzar una talla promedio por encima de la estatura general por sexo, según hemos constatado en un estudio regional sobre tallas en el periodo Clásico.
Salud bucal
Como en el resto de la población, se percibe una escasa higiene bucal entre los miembros de la corte, según lo indican la cantidad de dientes perdidos en vida y la acumulación de sarro. Por otra parte, la mayoría presenta un desgaste dental muy reducido, aun en la vejez. Como ejemplo, podemos mencionar las osamentas de cuatro gobernantes, todos de edades avanzadas, que fueron recuperadas en el epicentro de Calakmul, Campeche. Exhiben un grado de desgaste comparable con la población del lugar de entre 30 y 40 años. Creemos que esta condición, junto con otros factores, tiene su origen en una ingesta habitual de alimentos blandos y procesados. El estilo de vida de los jerarcas del norte del Petén, evaluado a partir de cuatro colecciones esqueléticas, se traduce en una reducida afectación por caries en la elite, en contraste con las rasas más elevadas de la población general del mismo sexo. Además de otras condiciones, esto indica un régimen alimenticio más variado y con menos cantidades de carbohidratos. Debe señalarse que la nobleza femenina presenta un nivel de caries similar al de la gente común. La dentadura de la enigmática Reina Roja de Palenque, de la que hablamos en otro trabajo realizado en coautoría con el profesor Arturo Romano Pacheco, ejemplifica algunos problemas de salud bucal en las familias regentes. Presenta un desgaste dental muy reducido para su edad y una notable acumulación de sarro, que llego a cubrir gran parte de las superficies dentales. Seis abscesos alveolares se complicaron con una parodontitis y retracción alveolar, esta última producto de la inflamación crónica de las encías.
Precaria era también la salud bucal de Ukit Kan Le'k Tok', destacado soberano de edad avanzada que gobernó Ek' Balam, Yucatán. También su dentadura estaba cubierta de sarro. Las secuelas de un aparatoso proceso inflamatorio de probable origen infeccioso permiten entrever que el gobernante sufrió de dolores crónicos y de mal aliento en sus últimos años de vida. Siete de las 23 piezas dentales presentan caries, algunas de las cuales ocasionaron la pérdida total de las coronas. Otras tres lesiones corresponden a abscesos; el más extenso devastó el tejido alveolar óseo de toda la mandíbula derecha, lo que ocasionó la caída de varios dientes seguramente contribuyó al aspecto facial asimétrico que aparece en los retratos del soberano.
Vera Tiesler. Maestra en arqueología por la ENAH y doctora en antropología por la UNAM; estudios adicionales de historia, medicina y antropología física. Profesora en la Facultad de Ciencias Antropológicas (UADY). Su obra se centra en la bioarqueología, tafonomia y prácticas mortuorias entre los mayas prehispánicos y coloniales.
Andrea Cucina. Maestro en ciencias biológicas por la Universidad la Sapienza y doctor en paleopatología por la Universidad Católica de Roma, Italia. Profesor investigador de la Facultad de Ciencias Antropológicas (UADY). Su trabajo académico incluye antropología dental, paleodemografía y patología en poblaciones antiguas de el Caribe y Europa.
Tiesler, Vera, Andrea Cucina, “Las enfermedades de la aristocracia maya en el Clásico”, Arqueología Mexicana núm. 74, pp. 42-47.
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