Las guerras venusinas entre los mayas

Alfonso Arellano Hernández

Gracias a numerosas inscripciones podemos saber qué cuerpos celestes influyeron como deidades en los ritos y eventos de la cultura maya. Tal es el caso del planeta

Venus, considerado el dios guerrero que anuncia y produce desgracias.

Venus: deidad bélica

Conservamos algunos documentos prehispánicos en donde se dice que el planeta Venus anuncia y produce desgracias. En determinados días del calendario de 260 días, Venus aparece en el firmamento, al cabo de sus dos periodos de invisibilidad o con junciones inferior y superior, para lanzar sus dardos a la Tierra y provocar sequías, pérdida de 1as sementeras, muerte de príncipes, ancianos y niños, además de varios animales (por ejemplo, el jaguar). Representaciones de esto se observan en códices como el Dresde y el Cospi. Tales rasgos aparecen también en textos posteriores a la conquista, como los Anales de Cuauhtitlan que, aun sin corresponder al área maya, hablan de la importancia belicosa de Venus en la cosmovisión mesoamericana.

Ahora bien, en cuanto a los mayas, hasta mediados del siglo XX se les idealizó como un pueblo pacífico, regido por sacerdotes astrónomos obsesionados en medir el tiempo y observar a los astros. Sin embargo, a raíz del descubrimiento de Bonampak y sus murales en 1946, la percepción cambió: los mayas se mostraban belicosos. Se creía que la batalla plasmada en los murales de Bonampak representaba una revuelta popular contra la opresión ejercida por los gobernantes. Esta propuesta ya no se sostiene; hoy casi no existen dudas acerca de que los mayas eran un pueblo guerrero y que las guerras jugaban un papel muy importante en la mayoría de los actos de los reyes. Y si bien no por ello han perdido el antiguo calificativo de astrónomos, éste ha adquirido nuevos matices, como veremos enseguida.

El cielo y los gobernantes

Desde inicios del Clásico (200 d.C.), las inscripciones preservan la memoria de los hechos de los gobernantes. Entre los temas tratados se cuentan nacimientos, nombramientos de herederos al trono, entronizaciones, inauguraciones de monumentos (estelas, altares, dinteles, edificios), juegos de pelota, así como guerras y captura de prisioneros. Estos sucesos guardan estrechos nexos entre sí y la guerra aparece como uno de los hilos conductores.

Por ejemplo, cuando nacía un heredero, sus progenitores solían llevar a cabo batallas con el fin de obtener cautivos para sacrificarlos más tarde. Algo parecido ocurría en el momento de la entronización: para afirmarse como reyes era necesario triunfar en la batalla, y a lo largo de sus reinados debían ratificar su poder por ese medio y por la muerte ritual de los cautivos, por lo común en el juego de pelota. Diversos planetas, en particular Venus, tenían gran importancia en tales actividades. Prácticamente en toda el área maya existen datos glíficos que demuestran lo dicho, por ejemplo, en Bonampak.

Chaan Muan II de Bonampak y Venus

Bonampak destaca por la riqueza de sus murales, los cuales se conservan en el edificio que alguna vez se llamó Casa Seis Mar y hoy se conoce como Estructura 1 o Templo de las Pinturas. En este edificio, Chaan Muan II, el penúltimo gobernante, tuvo a bien representar varios momentos destacados de su reinado, todos relacionados entre sí. Chaan Muan II subió al trono el 11 de junio de 776 d.C., con el consentimiento de varios dioses, el cual se manifestó con la conjunción de Venus y Marte nueve días antes, es decir el 2 de junio. A partir de ese momento, el señor dedicó sus esfuerzos a varios actos propios de los reyes, a saber: inaugurar estelas y edificios en su ciudad, efectuar varias guerras y capturar enemigos, llevar a cabo derramamientos de sangre (propia y de sus cautivos de guerra) y celebrar el asiento de los ciclos (es decir, cuando el día era ahau). Así, uno de sus primeros actos fue capturar al señor Ah Ho Tzek’ en la batalla emprendida en enero de 787 d.C. Ah Ho Tzek’ cayó prisionero el día 8. Conviene agregar que para irse a la guerra, Chaan Muan II invitó a su cuñado Pacal Bahlum II de Yaxchilán, quien a su vez hizo cautivo al señor Zotz’ Ah Cu el 4 de enero del mismo año. En este lapso Venus no se veía, puesto que se hallaba en conjunción superior pero próxima a su aparición como Estrella Matutina: faltaban casi ocho días para el orto heliaco, es decir, para su aparición en el horizonte antes de la salida del Sol. Otro suceso relevante del reinado de Chaan Muan II fue dedicar la Casa Seis Mar a partir del día 11 de noviembre de 791 d.C. En ese entonces Venus también era invisible en la conjunción superior (se encontraba más o menos a la mitad del periodo: 21 días), aunque surgía tiempo más tarde como Estrella Vespertina. Las celebraciones implicaron que Chaan Muan II realizara una batalla contra algún vecino. La guerra tuvo lugar el 2 de agosto de 792 d.C.

Como se sabe, en uno de los tres cuartos de la Casa Seis Mar se muestra el fragor de la batalla, en la que se mezclan cuerpo a cuerpo más de 100 combatientes. Uno de ellos es el gobernante mismo, Chaan Muan II, quien sujeta por el cabello a uno de sus más distinguidos cautivos, el señor Ah Hok’ Chiwa G I. La importancia de la batalla y captura del personaje radica en que en el día ya mencionado Venus se encontraba al principio de su conjunción inferior; en otras palabras, empezaba el periodo de invisibilidad de aproximadamente nueve días.

Las batallas mencionadas tuvieron lugar a los quince años de la entronización de Chaan Muan II. Para festejar hizo guerra contra algunos vecinos, de suerte que tuviera cautivos dignos cuyo fin posible sería el morir en la inauguración de la Casa Seis Mar. Desconocemos, hasta la fecha, la procedencia de los personajes capturados: ni Chaan Muan II ni Pacal Bahlum II indicaron cuáles eran las ciudades contra las que habían peleado. Era más importante señalar el momento en que Venus-dios se ubicaba en el cielo y si era propicio a los reyes.

 

Alfonso Arellano Hernández. Candidato a doctor en estudios mesoamericanos y epigrafista. Investigador del Centro de Estudios Mayas (Instituto de Investigaciones Filológicas) de la UNAM.

Tomado de Alfonso Arellano Hernández, “Las guerras venusinas entre los mayas”, Arqueología Mexicana, núm. 47, pp. 36-41.

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