In memoriam Jaime Torres Trejo (1958-2022)
Primera instantánea
En 1913, ya de regreso a la ciudad de México, después del XVIII Congreso Internacional de Americanistas, Manuel Gamio se enteró de que en septiembre comenzaría la demolición de un arruinado inmueble de la testamentaria del abogado Rafael Dondé Preciat, el cual providencialmente se localizaba en el número 2 de Seminario, justo en el ángulo sureste del cruce con la segunda de Santa Teresa.
Ante la inmejorable coyuntura, Gamio no dudó en solicitar a Cecilio A. Robelo (1839-1916), director en turno del Museo Nacional, que interviniera a su favor ante los albaceas de la testamentaria de Dondé Preciat con el fin de que le permitieran explorar el predio una vez extraídos de allí los escombros del vetusto inmueble. Fue de esta forma como el arqueólogo pudo profundizar de 4 a 5 m para dar con el mismísimo Templo Mayor, el cual volvió a ver la luz entre el 6 y el 16 de mayo de 1914. A la postre, Gamio y su equipo de operarios exhumarían secciones considerables de la esquina suroeste de la pirámide, pertenecientes a las etapas III, IV, IVa, IVb y V, actualmente datadas para el periodo 1430-1486 d.C. Excavaron 557.3 m cuadrados del predio en cuestión y una franja de 113.5 m cuadrados por debajo de la calle de Santa Teresa, y de esta manera se alcanzó una superficie liberada de 670.8 m cuadrados. Esto representa, vale la pena decirlo, poco menos del 5% de los 13 506.2 m cuadrados que ocupa en la actualidad la zona arqueológica del Templo Mayor.
Hay testimonio de que las actividades de Gamio lograron su mayor intensidad en el segundo semestre de aquel año y de que se prolongaron, aunque ya de manera intermitente, hasta mayo de 1916. Todo indica que, unas semanas antes de la conclusión de las faenas, el sitio había sido oficialmente abierto al público, pues al mes de abril se remontan las primeras estadísticas formales de visitantes. Según lo consigna el arqueólogo Carlos Javier González, para 1919 se registró el ingreso de 162 nacionales (12 de ellos niños) y siete extranjeros (de Estados Unidos, Italia, España, Alemania y Noruega), duplicándose esta cifra para el año siguiente.
Terminada la excavación, Gamio expresó con certeza plena que los restos arquitectónicos y escultóricos exhumados tenían que ser identificados con el huei teocalli y manifestó con honestidad encomiable quién fue el autor de la propuesta de ubicación del edificio tenochca. Así lo demuestra la carta que el arqueólogo mexicano envió a Maudslay y que este último transcribió parcialmente en un número de 1922 de Man, la revista del Royal Anthropological Institute:
No hay duda de que los templos y capillas eran los de Huitzilopochtli y Tláloc dado que, además de las pruebas teóricas que usted adelantó con respecto a la orientación del templo en su tratado publicado en 1912, yo encontré parte de los tres primeros cuerpos de la pirámide y parte de la escalinata, una de las cabezas de serpiente con la que remataba dicha escalinata, el pavimento de losas de piedra pulida, así como el pretil (caído) del templo de Tláloc en forma de caracoles puntiagudos y los cráneos de piedra que estaban empotrados en el Templo de Huitzilopochtli, etc.
Me dio una gran satisfacción haber tenido el honor de probar que su interesante investigación era correcta, como dan fe los descubrimientos realizados [traducción y énfasis del autor].
Imagen: Detalle de la cabeza de la serpiente emplumada descubierta por Gamio en 1914- 1916. Fotografía tomada por Spinden. Foto: Cortesía del Haffenreffer Museum Of Anthropology, Brown University. Escalinata de la plataforma del Templo Mayor descubierta por Leopoldo Batres en 1900 en la calle de las Escalerillas (hoy Guatemala). Foto: Tomada de Batres, 1902, p. 15.
Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París Nanterre y director del Proyecto Templo Mayor del INAH. Miembro de El Colegio Nacional.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
López Luján, Leonardo, “La zona arqueológica del templo mayor (1913-1933)”, Arqueología Mexicana, núm. 178, pp. 24-33.