“¿Cómo marcó el desarrollo de las sociedades antiguas el crecimiento demográfico?” Ésa fue la pregunta que se hicieron los arqueólogos. En el México prehispánico, como en otras partes del mundo antiguo, hay una estrecha correlación entre el aumento de la producción, el desarrollo de la agricultura intensiva y el nivel de complejidad cultural. Las grandes sociedades del Altiplano mexicano, como Teotihuacan, Monte Albán, Tula y Tenochtitlan, se desarrollaron en áreas de alta densidad demográfica, a lo que se aunaron nuevas tecnologías en la irrigación, terraceado y chinampas. Se trata de lugares idóneos para indagar si el crecimiento y presión demográficos fueron factores clave en el surgimiento de cacicazgos, estados e imperios. Ya para 1970, el enfoque poblacional dominaba el panorama de la investigación arqueológica en todos sus frentes, y no sólo en México, sino alrededor del mundo.
Es significativo que la investigación en México se enfocara en los patrones de asentamiento, que llevó al desarrollo de la metodología usada para el estudio de la evolución de las poblaciones antiguas. Los recorridos de superficie de Pedro Armillas, Ignacio Bernal y otros, ya desde las décadas de 1940 y 1950, se plantearon la localización de comunidades prehispánicas y la determinación de las fechas en que fueron ocupadas. Desde principios de los sesenta, los investigadores que trabajaban en la Cuenca de México desarrollaron métodos de recorrido intensivo, parcela por parcela, para elaborar mapas de los sitios arqueológicos y recuperar materiales en superficie, lo que permitía calcular el tamaño de la población de acuerdo al tamaño del sitio y a la cantidad de vestigios arqueológicos recuperados. Como cualquiera sabe, a mayor cantidad de habitantes, mayor cantidad de basura: esta simple correlación brinda las bases para calcular el tamaño de una población. Una vez adoptada tal metodología, miles de kilómetros cuadrados de México se han analizado mediante esos recorridos intensivos. El resultado es que la historia demográfica del México prehispánico se conoce mejor que la de ninguna otra civilización de la antigüedad. Esta metodología para investigaciones de campo fue más tarde adoptada y modificada por arqueólogos en otras zonas del mundo, incluyendo Norteamérica, Sudamérica, China y el Mediterráneo.
Tomado de Kennerh Hirth, “Demografía, urbanismo y población. Cómo levantar un censo de los desaparecidos”, Arqueología Mexicana, núm. 121, pp. 40-48.
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