Moctezuma Xocoyotzin y el asedio a Tenochtitlan

Raúl Barrera Rodríguez

Asedio, caída y destrucción de Tenochtitlan. Una mirada desde las fuentes

Muerte de Moctezuma Xocoyotzin

Después se replegaron nuevamente a sus aposentos, desde donde continuaron los enfrentamientos; en un esfuerzo desesperado por aplacar el avance incontenible de los mexicas, Cortés decide hacer uso de Moctezuma, como ya anteriormente lo había hecho Pedro de Alvarado, para que desde la azotea del Palacio de Axayácatl les hablara a los indígenas y les dijera que ya no siguieran atacando y que estaban dispuestos a irse de la ciudad. Fue en vano el intento ya que los mexicas contaban con Cuitláhuac como nuevo gobernante. Según palabras de Bernal Díaz del Castillo, la gente enardecida continuó con el ataque dando tres pedradas en el cuerpo de Moctezuma, una en la cabeza, otra en un brazo y la última en una pierna, que fueron las que le provocaron la muerte (Díaz del Castillo, 2000, p. 253). Este argumento aún no ha sido aclarado del todo; es probable que haya sido asesinado por los mismos hispanos.

Victoria mexica

Ante la embestida mexica, en la noche del 30 de junio de 1520 los invasores hispanos y sus aliados trataron de huir por la calzada a Tlacopan, hoy Tacuba. Los guerreros tenochcas destruyeron puentes y colocaron albarradas por los lugares donde podían cruzar los caballos. Uno de estos puentes destruidos es el lugar que después se conoció como el Salto de Alvarado, donde se dio uno de los ataques más exitosos en contra de los españoles. Con el oro a cuestas que habían acumulado, en su huida los ibéricos quemaron las casas que se encontraron a ambos lados de la calzada. Al arribar a Tacuba fueron atacados por escuadrones de guerreros habitantes del lugar y de Azcapotzalco. Cabe señalar que durante los enfrentamientos en los puentes levantados murieron algunos hijos e hijas de Moctezuma Xocoyotzin, así como Cacama, señor de Tezcoco, y otros nobles que estaban prisioneros (Díaz del Castillo, 2000, pp. 254-258).

Asedio final

Éste duró 75 días; con el apoyo de algunos bergantines y canoas, otros destacamentos de españoles e indígenas aliados atacaron la ciudad por diferentes frentes y derribaron casas, ganaron terreno y cegaron las acequias. La ciudad prácticamente ya había sucumbido cuando Hernán Cortés llega al pie del Templo Mayor de Tenochtitlan:

…y fue que llegando al templo mayor, porque los demás ya estaban asolados y en aqueste se habían recogido algunos señores y capitanes con intento de mostrar lo último de su valor en defensa de sus falsos dioses, llegó el don Fernando al pie del templo y comenzó a subir por las gradas dél llevando a su lado a su tío don Andrés Achcatzin, capitán famoso, señor de Chiyautla, que capitaneaba 50 000 hombres, y el valeroso Cortés que llegó a esta ocasión sin otra persona alguna sino los tres por el gran peligro tan notorio, y así aunque con mucho trabajo, golpes y heridas, llegaron a lo alto, donde estaba el ídolo mayor muy adornado y compuesto de piedras preciosas, con una máscara de oro guarnecida de pedrería y una cabellera con tanta pedrería que lo uno y lo otro no tenía precio, y echando Cortés mano de la máscara y lo que della pendía, y el don Fernando de los cabellos que solía antes adorar le cortó la cabeza y alzándola en lo alto la comenzó a enseñar y a decir a grandes voces a los mexicanos: –Veis aquí a nuestro falso dios y lo poco que vale; daos por confundidos y vencidos, y recibid el bautismo y la ley de Dios que es la verdadera.– A esta sazón le tiraban tantas pedradas que fue necesario que su tío don Andrés con su rodela a él y a Cortés los guareciese, porque estaban puestos en partes donde recebían las pedradas que a estos dos famosos capitanes les tiraban, y arrebató el ídolo… (Códice Ramírez, 1984, pp. 143-144).

El asedio continuó con el último reducto mexica: Tlatelolco. Los españoles atacaron la ciudad desde tres frentes: uno a cargo de Hernán Cortés, otro dirigido por Sandoval y el último por Pedro de Alvarado. De esta manera fueron ganando los puentes y albarradas que comunicaban y protegían la ciudad.

Durante el asedio, Pedro de Alvarado ordena a Gutierre de Badajoz que suba a lo alto del Templo de Huitzilopochtli y combata a los guerreros mexicas que se encontraban en la parte superior del edificio. Después de haber sido tomado, le prendieron fuego, quemaron sus dioses y colocaron las banderas españolas. El 13 de agosto de 1521 habían sucumbido las fuerzas mexicas ante los españoles al mando de Hernán Cortés y sus aliados indígenas.

Imagen: Huida de los españoles. Biombo de la conquista de México-Tenochtitlan, siglo XVIII. Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec. Foto: Museo Nacional de Historia / INAH.

 

Raúl Barrera Rodríguez. Arqueólogo por la ENAH. Investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Responsable del Programa de Arqueología Urbana.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Barrera Rodríguez, Raúl, “Asedio, caída y destrucción de Tenochtitlan. Una mirada desde las fuentes”, Arqueología Mexicana, núm. 173, pp. 64-71.