Elizabeth Mejía Pérez Campos, Ximena Chávez Balderas, Raúl Chávez Sánchez
El hallazgo de la momia de la Sierra Gorda de Querétaro es de notable importancia pues se trata de uno de los pocos ejemplares momificados encontrados en ese estado, además de ser el más antiguo fechado hasta el momento. Asimismo, el hallazgo permite conocer aspectos relativos al poblamiento temprano de la Sierra Gorda.
En noviembre de 2002 se recibió una llamada en el Centro INAH Querétaro, en la que se notificaba el descubrimiento de los restos momificados de un infante en una cueva cercana al pueblo de Altamira, municipio de Cadereyta de Montes, en la Sierra Gorda. La Policía Judicial Estatal, a través del Ministerio Público, ya había acudido al lugar del hallazgo y determinado que se trataba de restos arqueológicos.
El personal del INAH tomó entonces las medidas necesarias para inspeccionar los restos, solicitar su entrega, garantizar su resguardo y explorar el lugar del hallazgo. A partir de un primer reconocimiento de la cueva fue posible confirmar la relevancia de los restos y su contexto. Así, nos dimos a la tarea de plantear un proyecto específico, al que se invitó a colaborar a especialistas de diversas áreas, para garantizar la conservación e investigación de la momia bautizada como “Pepita” por la gente que hizo el hallazgo. De igual manera, se planteó la exploración de la cueva, todo esto bajo el financiamiento otorgado por el Proyecto Toluquilla del INAH.
Exploración de la cueva y análisis de materiales
La investigación de campo fue realizada por la arqueóloga Elizabeth Mejía. La momia se encontró en una cueva de unos 6 m de frente, 3 m de profundidad y una altura máxima de 90 cm. Está conformada por dos cámaras separadas por un pilar, en una matriz geológica de roca caliza. Tiene condiciones estables, ya que por su ubicación no recibe agua ni viento. Durante los últimos 20 años, este espacio ha sido empleado para encerrar chivos. El contexto estaba sellado por una deposición de 10 cm del excremento de esos animales.
La cueva se encuentra sobre una ladera, a una altura de 2 400 msnm. Está emplazada en la cara sur del macizo montañoso del cerro de El Doctor, en el vértice de dos montañas, en un nicho ecológico de transición entre los bosques de coníferas de la cima y el semidesierto de la parte baja, donde predomina la vegetación de cactáceas, magueyes, matorral bajo y árboles de poca altura. Recordemos que la Sierra Gorda se caracteriza por la existencia de grandes macizos montañosos que llegan a rebasar los 3 000 msnm, rodeados tanto por lomas y mesetas en sus laderas como por profundas cañadas. Esto hace que en cada macizo exista una gama de microclimas y, por ende, una variabilidad de ecosistemas.
Mejía Pérez Campos, Elizabeth, Ximena Chávez Balderas, Raúl Chávez Sánchez “Pepita. La momia de la Sierra Gorda de Querétaro”, Arqueología Mexicana núm. 99, pp. 70-75.
• Elizabeth Mejía Pérez Campos. Arqueóloga por la ENAH. Candidata a doctora en antropología por la ENAH. Responsable del Proyecto Toluquilla, Querétaro. Adscrita al Centro INAH Querétaro.
• Ximena Chávez Balderas. Arqueóloga por la enah. Estudios de maestría en antropología física por el IIA, UNAM. Trabaja en el Proyecto Templo Mayor, séptima temporada. Especialista en rituales funerarios.
• Raúl Chávez Sánchez. Médico cirujano por la UNAM y doctor en ciencias con especialidad en inmunología por la ENCB del IPN. Miembro del SNI. Coordinador de enseñanza de inmunología, adscrito al Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la UNAM.
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