Quetzalcóatl de jadeitita

Leonardo López Luján et al.

Una imagen humana y divina

El pendiente de la ofrenda 126 adopta la fisonomía de un personaje de sexo masculino, figurado de cuerpo completo, con las manos sobre el abdomen y sentado en flor de loto, posición que en el arte mesoamericano suele ser la propia de dignatarios y divinidades. Tres elementos constituyen su atavío: un máxtlatl o braguero que le cubre los genitales, un pendiente discoidal atado al cuello por una correa y un yelmo en forma de cabeza de serpiente con tres largas plumas de quetzal. Lo anterior nos indicaría que el personaje en cuestión representa al mismísimo dios Quetzalcóatl (“Serpiente Emplumada”) o, de manera menos probable, a uno de sus numerosos representantes terrenales.

Debemos recordar que Quetzalcóatl es un dios de primerísima importancia en el panteón mesoamericano, resultante de la fusión de dos ámbitos opuestos y complementarios del universo: mientras que su cuerpo serpentino nos remite a lo terrestre, sus plumas verdes de quetzal aluden a lo celeste. Esta doble naturaleza tiene su explicación en las funciones de “extracción y conducción” que la Serpiente Emplumada cumple en los ciclos míticos: traspasar incansablemente los límites temporales y espaciales, provocando con ello la circulación de las sustancias entre el mundo de los dioses y el de las criaturas. Así, en tanto deidad creadora, la Serpiente Emplumada extrae de las cavernosas matrices del inframundo al género humano, a sus diversos grupos y al niño que nace. También se apropia en el más allá de la luz, el fuego y el maíz, conduciéndolos a la superficie terrestre para el bien de la gente. Por si esto fuera poco, como numen del viento, abre camino a las lluvias; como divinidad venusina, facilita el tránsito alternado del Sol y las sombras de la noche, y como señor de los árboles cósmicos, propicia el flujo calendárico de los demás dioses transformados en tiempo.

Imagen: El nivel más superficial de la ofrenda 126 una vez concluida su limpieza. Foto: Jesús López / Cortesía del PTM.

El Quetzalcóatl de jadeitita del Templo Mayor de Tenochtitlan. Fotos: Oliver Santana/Raíces.

 

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París y director del Proyecto Templo Mayor, INAH.

Ricardo Sánchez Hernández. Ingeniero geólogo por el Instituto Politécnico Nacional y profesor-investigador de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico, INAH.

Ángel González López. Estudiante del posgrado en antropología de la Universidad de California en Riverside y miembro del Proyecto Templo Mayor, INAH.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

López Luján, Leonardo et al., “El diminuto Quetzalcóatl de jadeitita del Templo Mayor”, Arqueología Mexicana, núm. 133, pp. 68-73.

Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestras ediciones impresa o digital:

El jade en Mesoamérica. Versión impresa.

El jade en Mesoamérica. Versión digital.