Eloise Quiñones Keber
La Piedra de Ahuítzotl, erróneamente conocida como Piedra de Acuecuéxcatl, muestra cómo el motivo tolteca de la serpiente emplumada fue reinterpretado -y adoptado- por los mexicas de Tenochtitlan, al grabar en un monumento este prestigiado símbolo como patrono dinástico del gobernante Ahuítzotl.
La serpiente emplumada es un símbolo recurrente en la iconografía del Centro de México (Nicholson, 2001 ). En el arte azteca del Posclásico Tardío (ca. 1300-1521 d.C.), la serpiente emplumada mítica (Quetzalcóatl) aparece generalmente en forma tridimensional, como una serpiente de cascabel enroscada y cubierta de plumas de quetzal. La representación de la serpiente emplumada combinada con una figura humana, es menos común y por lo general la relación entre ambas se describe como de "patronazgo". Si bien en las fuentes etnohistóricas del siglo XVI se describe el concepto de patronos sobrenaturales para individuos o grupos, en la escultura mexica sólo aparece en ese papel la serpiente emplumada.
Un ejemplo temprano del motivo de la serpiente emplumada como patrono aparece en los relieves de una banca descubierta en el Templo Mayor de la ciudad de México. Estos relieves, inspirados en otros de épocas previas encontrados en Tula, Hidalgo. muestran serpientes emplumadas labradas sobre la comisa. por encima de una procesión de guerreros o señores (un caso similar es el de la Piedra de los Guerreros). Estas figuras se dirigen hacia un emblema sacrifical llamado zacatapayolli, un receptáculo de zacate para los instrumentos utilizados para ofrendar sangre. Los relieves sugieren que la serpiente emplumada era patrono de los guerreros y a quien se dirigía el sacrificio ritual que se indica mediante el zacatapayolli. El monolito conocido como Piedra de Acuecuéxcatl es un ejemplo más claro y más tardío del vínculo entre la serpiente y la figura humana allí labrados. Así, la serpiente emplumada se asocia de manera doble, en la piedra, con el gobernante mexica Ahuítzotl, quien reinó entre 1486 y 1502 d.C.
La Piedra de Ahuítzotl
La Piedra ele Ahuítzotl, o Piedra de Acuecuéxcatl, es un importante monolito dinástico mexica y una de las esculturas de piedra más relevantes del reinado de Ahuítzotl (Quiñones Keber, 1993). Esta gran piedra rectangular, de 76 x 167 x 36 cm, aparentemente está rota a la mitad y está grabada en bajorrelieve. En los dos lados, así como en la parte superior e intacta de la piedra, sobresalen representaciones de serpientes emplumadas. El frente y el reverso muestran dos escenas relacionadas. Ahuítzotl, quien está sentado con las piernas cruzadas en el que llamaremos lado A, usa un tocado de plumas y lleva un bulto de incienso; además, se sangra las orejas con un hueso puntiagudo. El signo labrado con la criatura acuática mítica llamada Ahuítzotl identifica al rey. Frente al gobernante aparece un gran zacatapayolli y sobre él un cuadro con el signo del año 7 ácatl (caña). Detrás de él vemos la figura labrada ele una magnífica serpiente emplumada. El lado B muestra de nuevo a Ahuítzotl con una corona de plumas más elaborada; como en el caso
anterior, se sangra la oreja. Reaparece el signo de su nombre, más grande, el año 7 ácatl, y un zacatapayolli. En este lado la serpiente emplumada tiene una relación más estrecha con el gobernante, pues aparece tras él y casi lo envuelve con su cuerpo ondulante. En ambos lados rotos pueden verse restos de otra figura, lo cual indica que Ahuítzotl y una persona no identificada flanquearon originalmente el zacatapayolli, que parece haber sido el centro de la composición.
La fecha 7 ácatl asociada a Quetzalcóatl aparece en otras imágenes esculpidas de serpientes emplumadas; también se relaciona con Topiltzin Quetzalcóatl, legendario sacerdote-gobernante tolteca de Tullan (Nicholson, 2000). La fecha corresponde al año 1499. durante el reinado de Ahuítzotl.
La impresionante Piedra de Ahuítwtl fue estudiada por primera vez en 1924. pues apareció cuando se demolió el viejo rastro de la ciudad de México, donde servía de dintel (Alcocer, 1935 ). Localizado en la plaza de San Lucas, el rastro ocupó un sitio cercano a la actual estación del metro Pino Suárez, unas cuadras al sur del Zócalo y sobre la antigua calzada a Iztapallapan. A finales de los sesenta, durante las excavaciones para construir la estación del metro, se descubrieron restos de un centro ceremonial y un altar circular dedicado a Quetzalcóatl, bajo la forma de Ehécatl-Quetzalcóatl, dios del viento.
La localización de la piedra, la fecha de 1499 y lo que Alcocer, equivocadamente, identificó como imágenes de agua, fueron factores importantes en la elección del nombre que le dio: Piedra de Acuecuéxcatl. Éste fue el nombre de unos manantiales cercanos a Coyoacan, cuyas aguas habían sido conducidas a Tenochtitlan por medio ele un acueducto que Ahuítzotl mando construir a lo largo de la calzada del sur. Como es descrito especialmente por los cronistas Diego Durán y Alvarado Tezozómoc -ambos basados en la Crónica X-, después de que el acueducto fue construido, a pesar de la oposición del gobernante de Coyoacan, Tenochtitlan sufrió catastróficas inundaciones, en 1499. Alcocer relacionó la piedra con estos acontecimientos históricos, pero sus identificaciones erradas echan por tierra toda su interpretación.
Alcocer creyó que se trataba de imaginería acuática por eso relacionó la piedra con la desastrosa inundación. Creyó que las formas de gota eran signos de agua y que algunas secciones del cuerpo ele la serpiente emplumada eran corrientes acuáticas. Alegó que el gobernante portaba la máscara de Miquiztli, dios de la muerte. De hecho, no hay ninguna imagen que se asocie directamente con el agua, el acueducto, la inundación o la muerte; más aún. Alcocer no identificó el zacatapayolli de sacrificio. que es la figura central del monumento, ni explicó la incómoda presencia de una serpiente emplumada ni su relación con el rey Ahuítzotl.
Eloise Quiñones Keber. Doctora en historia del arte y profesora de arte mexicano prehispánico y colonial en la Universidad de Nueva York. Trabaja en un libro sobre la reinvención en el arte mexica.
Quiñones Keber, Eloise, “Quetzalcóatl, patrono dinástico mexica”, Arqueología Mexicana núm. 53, pp. 46-49.
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