Recreando los niveles del universo

Leonardo López Luján

Imágenes del mundo. Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan

¿Qué es una ofrenda?

Las ofrendas deben ser entendidas como las expresiones materiales de los ritos de oblación. En otros términos, son el resultado tangible de actos individuales o colectivos de carácter simbólico, los cuales se repiten una y otra vez de acuerdo con reglas litúrgicas invariables y cuya pretendida eficacia va más allá del ámbito empírico. Específicamente, se trata del producto concreto de donaciones hechas por los fieles de un cierto culto religioso con el fin de establecer comunicación y lograr una subsecuente colaboración con los seres mundo sobrenatural o anecúmeno. En este proceso de ida y vuelta, el creyente invoca a una o más entidades divinas, las activa y les ofrece regalos en espera de congraciarse con ellas y obtener a cambio una retribución mucho mayor o su apoyo en una tarea conjunta de gran relevancia. Con ofrendas y sacrificios se “propicia” o se “paga” toda suerte de favores divinos que conducen a la prosperidad de los seres humanos, entre ellos las lluvias suficientes y oportunas, el fruto abundante de las cosechas, la salud de la comunidad o el éxito militar.

Por desgracia, la mayoría de los ritos de oblación que se realizaron en la antigua Mesoamérica (2500 a.C.-1521 d.C.) no son hoy perceptibles arqueológicamente. Esto se debe a que casi todas las ofrendas estaban constituidas por alimentos y otros objetos perecederos que eran dejados a la intemperie (ofrendas expuestas). De acuerdo con las fuentes históricas del siglo XVI, los dones más comunes eran tamales, tortillas, carne de guajolote e iguana, semillas de plantas comestibles, pulque, cacao, sangre humana y de codorniz, resinas aromáticas, tabaco, flores, plumas, hule y papel de amate. Al final de las ceremonias, este tipo de regalos solían ser abandonados, quemados, consumidos por los mismos oficiantes o los espectadores, o simplemente desechados después de haberlos dejado pudrir.

Imagen: Izquierda: Un buen número de depósitos rituales fueron dedicados a Tláloc (b) y Xiuhtecuhtli (a), divinidades opuestas y complementarias del fuego y el agua. Fotos: Michel Zabé / Cortesía Proyecto Templo Mayor (PTM). Derecha: La ofrenda 7 es un cosmograma que recrea los niveles verticales del universo: arena y organismos marinos (abajo), cocodrilos, tortugas y peces sierra (en medio), y punzones ensangrentados, aves e imágenes divinas del fuego, el agua y el maíz (arriba). Dibujo: Diana Wagner / Cortesía PTM.

 

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Université de Paris Nanterre, director del Proyecto Templo Mayor del INAH y miembro de El Colegio Nacional.

López Luján, Leonardo, “Imágenes del mundo. Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan”, Arqueología Mexicana, núm. 165, pp. 15-23.