Representaciones arquitectónicas tridimensionales

Eric Taladoire

Entre las civilizaciones del Viejo como del Nuevo Mundo abundan las representaciones arquitectónicas bi o tridimensionales o “maquetas”, como se les denomina erróneamente en la literatura arqueológica. Pueden estar hechas en madera, en piedra, en cerámica, en bronce, en marfil u otras materias finas. En México, las “maquetas” cerámicas del Occidente ilustran ampliamente esta manifestación artística. Salvo algunos ejemplos aislados, como la estela de la torre de Babel que representa el zigurat de Babilonia (Butterlin, comunicación personal), no corresponden efectivamente a edificios arquitectónicos identificables.

Los edificios (templos, palacios) excavados en la roca natural para acondicionar conjuntos arquitectónicos que podrían calificarse de trogloditas constituyen un caso particular. Uno de los ejemplos más famosos es el sitio de Petra, en Jordania. Tales edificios destacan por su alto valor religioso y simbólico, pero no pueden calificarse como arte rupestre, sino de verdadera arquitectura. En México, el templo de Malinalco sería representativo de esta práctica. La misma técnica puede aplicarse en la escultura. Las estatuas de Abu Simbel, en Egipto, lo atestiguan, con un significado político-religioso similar.

¿Una especificidad americana?

Pero sólo en las Américas se trabajaron, a veces burdamente, afloramientos rocosos naturales para transformarlos en representaciones arquitectónicas o urbanísticas tridimensionales. Esos bloques, generalmente de dimensiones modestas, están trabajados en alto o medio relieve para representar elementos arquitectónicos como templos, edificios, escaleras, a veces conectados por canales o ductos, aunque sobresalen algunos ejemplos por su tamaño, como el Fuerte de Samaipata, en Bolivia.

Resulta más significativa todavía la ausencia casi total de tales manifestaciones en el Viejo Mundo, con la posible excepción de Kbal Spean. A pesar de una búsqueda sistemática, no hemos podido documentar ningún ejemplo similar. Esta manifestación de arte rupestre parece ser entonces una especificidad americana que no figura en la lista de rasgos culturales característicos de Mesoamérica. No se trata aquí de criticar a Kirchhoff, ni de revisar el concepto, sino de añadir un rasgo que casi se desconocía en 1943. El único ejemplo bien documentado en aquellos tiempos era precisamente el Fuerte de Samaipata.

Imagen: Maqueta en relieve número 2. Representación arquitectónica del conjunto Casas Tapadas. Plazuelas, Pénjamo, Guanajuato. Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces.

 

Eric Taladoire. Profesor emérito de arqueología de las Américas en la Universidad de París 1, y miembro de la Unidad de Investigaciones de Arqueología de las Américas. Su especialidad es el estudio del juego de pelota en Mesoamérica.Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Taladoire, Eric, “Las representaciones arquitectónicas rupestres tridimensionales. Un rasgo mesoamericano desconocido por Kirchhoff”,  Arqueología Mexicana, núm. 171, pp. 14-19.