Ross Hassig
Las civilizaciones del México antiguo enfrentaron más obstáculos para la transportación que cualquier otro Estado en el mundo. Aún así, Tenochtitlan, la ciudad más grande de su época, con excepción de Asia, aprovechó de manera eficiente las posibilidades de transportación disponibles y desarrolló un sistema de comunicación que fue esencial para la manutención del imperio.
Las principales calzadas de Tenochtitlan partían del centro ceremonial en dirección de los cuatro puntos cardinales. Fabricadas con piedra –y con un ancho de hasta 7 m y una extensión de hasta 8 km–, llegaban a las orillas norte, oeste y sur del lago. Más allá de la ciudad, los caminos eran de tierra y se habían formado según las necesidades de cada día. Los caminos de Tenochtitlan lo comunicaban con sus tributarios; los que unían los centros más importantes, más que ir directamente de uno a otro pasaban generalmente por centros menores, excepto cuando las condiciones del terreno permitían una comunicación directa, como en las riberas de los lagos de la Cuenca de México.
Tipos de transporte
Al no contar con vehículos con ruedas y animales de tiro, la mayoría del transporte en el México antiguo se hacía a pie; para llevar los productos se utilizaban cuerdas apoyadas en la frente (mecapal) que sostenían armazones, técnica útil para recorrer veredas. Al menos en los momentos de integración regional, como los que se asocian a los imperios, el transporte se especializó y se entrenaba a jóvenes como cargadores desde los cinco años. Cada cargador o tameme (tlameme en náhuatl) transportaba generalmente dos arrobas (cerca de 23 kg) a lo largo de cinco leguas (entre 21 a 28 km, equivalentes al recorrido de un día más que a una distancia determinada), aunque las cargas muy pesadas podían ser llevadas por relevos de tamemes que recorrían distancias cortas.
Los cargadores eran tan veloces, o aun más, que los animales de tiro y las carretas, pero cargaban menos (las mulas, durante la Colonia, cargaban alrededor de 115 kg). Por otra parte, el tránsito a pie dio lugar a un sistema de caminos notoriamente diferente.
Aunque la distancia es un factor más importante para el tránsito a pie que para las carretas o los animales de tiro, las características del terreno son menos determinantes. En el México antiguo los caminos corrían por montañas y valles, si bien se buscaba que fueran lo más directos posible (es decir, más cortos), ignorando obstáculos menores como colinas o barrancos que podían ser cruzados a pie.
No sabemos cuál era el costo asociado al uso de tatemes en la época prehispánica, pero aun si los agricultores cargaban sus propios productos hasta el mercado, la comida que consumían ellos y sus familias era un costo inevitable. Si consideramos que una familia de cinco miembros consumía 1 500 kg de maíz al año, durante un viaje de un día (en ambas direcciones) consumiría un poco más de 4 kg, lo que añadía casi un 18% al costo de una carga de 23 kg, 36% en dos días, y así sucesivamente.
Hassig, Ross, “Rutas y caminos de los mexicas”, Arqueología Mexicana núm. 81, pp. 54-59.
• Ross Hassig. Doctor por la Universidad de Stanford. Se ha especializado en la etnohistoria de México, principalmente sobre los aztecas. Ha publicado numerosos libros y artículos sobre el tema.
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