Tratamientos mortuorios en los cenotes

Carmen Rojas Sandoval

En el cenote Las Calaveras se realizaron diferentes tipos de prácticas mortuorias, para lo cual se depositaron de forma directa cuerpos completos o semicompletos, y muy posiblemente los restos exhumados de contextos terrestres, en un patrón de colocación mixto. Desde epocas tempranas, este cenote parece haber sido un espacio propicio para el depósito de cadáveres, que ahí comenzaban su recorrido hacia el mundo de los muertos, el Xibalbá.

 

En el número 83 de Arqueología Mexicana, dedicado al tema “Cenotes en el área maya” (2007), presentamos algunas ideas preliminares relacionadas con la interpretación de algunos cenotes con esqueletos humanos ubicados en la península de Yucatán, los cuales, sospechamos, no corresponden a individuos sacrificados, sino a personajes depositados como parte de sus tratamientos funerarios. Uno de estos cenotes es el de Las Calaveras, en el que se localizan los restos de más de 100 individuos. El estudio de los restos óseos de por lo menos 23 individuos procedentes de ese cenote nos permite plantear la existencia de un patrón de colocación de tipo mixto, es decir, se trata de un lugar donde algunos cuerpos se depositaron completos, o semicompletos, y en el que también es probable que se hayan colocado restos exhumados previamente en contextos terrestres. Entre los resultados más interesantes de nuestros estudios destacan dos cráneos con rasgos que indican que fueron modificados para convertirlos en objetos rituales, posiblemente en máscaras-cráneo.

 

Antecedentes

 

La península de Yucatán es una planicie calcárea, que se formó por la sedimentación en el fondo de mares antiguos de poca profundidad. Los cenotes son el resultado de la disolución de las rocas, entre otros factores, lo que ocasionó que se formaran dolinas o bóvedas colapsadas, así como extensos sistemas de cuevas. El cenote Las Calaveras tiene forma de botellón, por lo que hay que descender 12.40 m para llegar al agua; tiene un diámetro de 25 a 30 m y una profundidad de 15 m. El cenote forma parte del sitio arqueológico de Punta Laguna, ubicado en el área natural protegida Otoch Maax Yetel Co (Casa del Mono y del Puma), en la frontera de los estados de Yucatán y Quintana Roo. El asentamiento prehispánico, que se localiza 18 km al noreste de Cobá, está conformado por 36 estructuras, las cuales no han sido excavadas aún, pues se encuentran cubiertas por la selva. Sus orígenes se remontan al Preclásico Tardío (300 a.C.-250 d.C.), con ocupaciones hasta el Posclásico (900-1517 d.C.).

 

Análisis tafonómicos

 

Por medio del estudio tafonómico, es decir, del análisis de los procesos que ocurren desde el fallecimiento de los individuos hasta el depósito de sus restos, así como los eventos posteriores que inciden en su conservación o deterioro, se ha buscado determinar si el depósito osteológico en el cenote fue producto de prácticas funerarias, sacrificiales o bélicas. Para ello, han sido de gran relevancia los resultados de los diferentes análisis realizados por el doctor Alejandro Terrazas, la antropóloga física Martha Benavente, el doctor Allan Ortega y la arqueóloga Ximena Chávez.

En el cenote se depositaron los restos de por lo menos 120 individuos, según el número de cráneos registrado, distribuidos en el perímetro de los taludes que se forman desde la orilla hacia el centro. Una de las mayores concentraciones al interior del depósito se registró mediante tres fotomosaicos, obtenidos utilizando lentes de 15, 18 y 20 mm, así como diferentes tipos de iluminación subacuática, ya que la oscuridad del cenote es casi total, pues sólo entra un rayo de sol al mediodía. En el primer fotomosaico se registraron 40 individuos y en los siguientes fotomosaicos se volvieron a registrar tan sólo 20 individuos, pero a mayor detalle, pues la retícula se redujo de 5 metros cuadrados a 1 metro cuadrado.

 

Rojas Sandoval, Carmen, “Tratamientos mortuorios en los cenotes”, Arqueología Mexicana núm. 105, pp. 60-64.

 

• Carmen Rojas Sandoval. Arqueóloga subacuática egresada de la ENAH e investigadora del Centro INAH Quintana Roo. Directora del proyecto “Cementerios acuáticos mayas”.

 

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