Del vestíbulo caminamos a una pasarela que nos llevará por el templo y sus diversas etapas constructivas. Lo primero que tenemos a la vista es el empedrado de la gran plaza o espacio sagrado, que tenía alrededor de 450 m por lado y en el que, según Sahagún, había hasta 78 edificios en su interior. Este empedrado al sur del Templo Mayor corresponde a la penúltima etapa constructiva (alrededor 1500 d.C.). Caminamos por la pasarela y llegamos a un descanso en donde una lápida colonial empotrada en el muro muestra esta inscripción: “Estas casas eran de Al° de Avila Alvarado, vezino desta ciudad de Mexico, el qual fue condenado a muerte por traidor; fue secutada en su persona la sentencia en la plaza pública desta ciudad; le mandaron deribar estas casas, que fueron las principales de su morada. Año de 15…” Se refiere a la conspiración que protagonizaron algunos hijos de conquistadores para liberarse de España y entronizar como gobernante a Martín Cortés, hijo del conquistador. Fueron descubiertos y después de un juicio sumario se les condenó por traidores a la corona. El hijo de Cortés se salvó, pero no los demás conjurados. Los hermanos Ávila –cuyas casas se encontraban sobre el Templo Mayor– fueron decapitados en lo que hoy es el Zócalo. Quienes habían destruido el templo indígena que se levantaba en aquel lugar, ahora eran decapitados y sus casas destruidas. Debajo de ella se encontraría, en 1978, a la diosa Coyolxauhqui, también decapitada y desmembrada. ¡Cosas del destino…!
Frente a nosotros vemos la plataforma que sostenía el templo, correspondiente a la etapa constructiva IVb, hacia 1470 d.C., es decir, bajo el gobierno de Axayácatl, quien rigió los destinos de Tenochtitlan entre 1469 y 1481 d.C. Del empedrado de la plaza se subía a la plataforma por cuatro escalones en cuyos extremos hay serpientes con el cuerpo ondulante. La escalera es interrumpida por un pequeño altar llamado de las Ranas, por tener dos de estos animales, que por cierto se asocian al dios de la lluvia. Sobre la plataforma vemos restos de las dos escalinatas que conducían a la parte alta del templo, en donde se encontraban los adoratorios de Tláloc y Huitzilopochtli. Cada una está separada por alfardas que rematan en cabezas de serpientes que aún conservan parte de su color original. Se observa una copia de la diosa Coyolxauhqui, ya que la original fue removida y se puede apreciar en el museo de sitio.
Debajo del piso de la plataforma se ha encontrado un buen número de ofrendas. Éstas consisten en un solo objeto o varios de ellos (algunas tuvieron más de 300) dedicados en honor del templo y de los dioses en él presentes. Pueden encontrarse directamente colocados en el relleno de piedra y lodo que cubría el edificio para hacer una nueva etapa constructiva, o en cajas de piedra con su tapa o inclusive dentro de cámaras. Los objetos se colocaban de determinada manera tanto en posición horizontal como vertical, pues tenían un significado y simbolismo específicos. Estas ofrendas fueron colocadas en ejes importantes, como en la unión de los edificios de Tláloc y Huitzilopochtli, a la mitad de las escaleras, en las esquinas del templo y en las partes medias de éste.
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Tomado de Eduardo Matos Moctezuma, “Últimas etapas constructivas”,Arqueología Mexicana, Especial 56, El Templo Mayor, a un siglo de su descubrimiento, pp. 10 - 32.