Ximena Chávez Balderas, Raúl Barrera Rodríguez y María García Velasco
Uno de los cuestionamientos más frecuentes al hablar sobre el tema del sacrificio humano en Tenochtitlan es la cantidad de víctimas que eran inmoladas en las ceremonias del recinto sagrado. Si bien es claro que muchos de los rituales donde se privaba de la vida a cautivos y esclavos se llevaban a cabo en el Templo Mayor, éste no era el lugar donde se solían enterrar sus restos mortales. Por el contrario, en este edificio se inhumaban principalmente cabezas cercenadas como parte de ceremonias de consagración e inauguración. Además, algunos cráneos fueron reutilizados para manufacturar efigies de deidades que se colocaban en las ofrendas. Producto de las excavaciones en este templo se han contabilizado un total de 153 individuos que muestran evidencia de haber sido inmolados o con huellas correspondientes a tratamientos post-sacrificiales.
Gracias a los trabajos de excavación del Proyecto Templo Mayor y del Programa de Arqueología Urbana tanto en la Plaza Oeste como en otros edificios del recinto sagrado, es posible conocer más sobre el sacrificio humano. En efecto, la mayor evidencia de esta práctica se encuentra al pie del Templo Mayor y hacia el poniente, asociada a la plaza, el Cuauhxicalco, el Calmécac, el Juego de Pelota y, por supuesto, el Tzompantli. La estrecha colaboración entre ambos proyectos ha permitido estandarizar algunas metodologías de excavación y registro. Así, se cuenta con un plan para calcular el número mínimo de individuos a partir del registro de puntos anatómicos en restos fragmentarios y tomando en cuenta las relaciones estratigráficas de los contextos estudiados.
Esta tarea conjunta ha permitido contabilizar hasta el momento 519 individuos, recuperados en las ofrendas y los rellenos constructivos de esta extensa área del recinto sagrado, incluyendo el Templo Mayor. Éstos habrían sido inhumados en un lapso de aproximadamente 80 años, correspondientes a la historia expansionista mexica. Aunque faltan varios contextos por cuantificar, esto nos permite confirmar que si bien el sacrificio humano existió, las cifras de decenas de miles de víctimas anuales que mencionan algunos de los cronistas que siguen la tradición de la Crónica X están lejos de ser veraces. Futuras excavaciones, como las que se llevan en el huei tzompantli tenochca, traerán importantes datos sobre esta práctica ritual.
Noticia publicada en Arqueología Mexicana núm. 143, p. 8.
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