Xochicalco durante el Epiclásico
Xochicalco muestra una arquitectura con rasgos constructivos ricos y complejos. En el Cerro Xochicalco hay tres canchas de juego de pelota diferentes y en los cerros vecinos se han excavado dos más. Hay un observatorio diseñado y taladrado en la roca, que señala de manera exacta el solsticio de verano. Otro rasgo arquitectónico peculiar es una rampa en cuyo piso vemos labrados animales míticos.
Un rasgo fundamental de la economía del Epiclásico fue el funcionamiento de una plaza-mercado. Si bien pudo haber comercio en varias plazas de Xochicalco, el centro principal estuvo en el extremo sur del Cerro Xochicalco, donde se encontró el pequeño altar del mercado, donde los artesanos hacían navajas de obsidiana y donde otras personas vendían sus productos. La población de la ciudad habitó en las grandes terrazas y pequeñas plataformas de las laderas del cerro y se extendió en el fondo del valle.
Xochicalco creció y floreció durante un periodo de creciente tensión política en el Centro de México. En Xochicalco surgió una sociedad militarista cuyas formas de organización política e ideológica se mantuvieron vigentes hasta la conquista. La expansión de la sociedad militarista de los mexicas tenía como propósito obtener riqueza para el Estado y capturar víctimas para nutrir a sus dioses por medio del sacrificio y mantener así el equilibrio del mundo, tal como se le concebía. Xochicalco es el antecedente temprano y el modelo a seguir para ese modo de vida; fue una sociedad militarista regida por reyes que impusieron un imperio tributario para hacer circular la riqueza y para nutrir a los dioses con la ofrenda de corazones y sangre de víctimas, y así impedir el cataclismo de un universo perecedero. Si bien los habitantes de Xochicalco construyeron su sociedad con resabios de sistemas de creencias más antiguos, integraron ideas sobre el gobierno de otros pueblos de Mesoamérica, para crear la nueva ideología política sobre el régimen de Estado, la más explícita hasta entonces en el Centro de México. Es evidente que los pueblos de Xochicalco tomaron sus sistemas de escritura y formas de expresión artística de Oaxaca, la zona maya y otras partes de Mesoamérica, para incorporarlos a su arte público y a su forma de adorar a los dioses y entronizar a los reyes. Los dirigentes políticos de Xochicalco provenían de nuevas elites y buscaron nuevas formas de legitimar sus gobiernos.
Xochicalco, antes que cualquier otra cosa, fue una sociedad militarista y la primera ciudad fortificada –la mejor defendida– que se haya construido en el Altiplano de México, pues las fortificaciones estuvieron incorporadas al diseño urbano. Xochicalco fue diseñado y construido como un conjunto de siete lugares fortificados, ubicados en las cimas de los cerros y en lugares muy cercanos al núcleo central que fueron sitios para defenderse. La comunidad del centro del Cerro Xochicalco estaba defendida por terrazas amuralladas, fosos y entradas resguardadas. La Acrópolis y la cima del Cerro Xochicalco se protegían mediante empinadas terrazas que solamente podían traspasarse en algunos puntos previstos. Los residentes del Cerro Xochicalco vivían dentro de las fortificaciones, la población de la zona circundante podía huir, en caso de ataque, a lugares fortificados vecinos construidos como refugios. Así, las fortificaciones de Xochicalco son reflejo de la jerarquización de la sociedad y muestran la necesidad de un sistema de defensa.
Imagen: Izquierda: El núcleo de Xochicalco se localiza en el Cerro Xochicalco; en sus terrazas se construyeron plazas, templos y edificios administrativos. Foto: Adalberto Ríos / FITUR Morelos. Derecha: En la Pirámide de las Serpientes Emplumadas, figuras de estilo maya se sientan entre los pliegues de las serpientes emplumadas. Foto: Carlos Blanco / Raíces.
Kenneth G. Hirth. Doctor en antropología y arqueología por la Universidad de Wisconsin, Milwaukee, Estados Unidos. Profesor distinguido de Estudios Precolombinos en Dumbarton Oaks Library and Research Collections, Washington D.C. Profesor en la Universidad de Penn State.
Hirth, Kenneth, “Xochicalco durante el Epiclásico”, Arqueología Mexicana, núm. 153, pp. 47-53.
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