Sexualidad y religión

Yolotl González Torres

Se pueden distinguir dos tendencias generales sobre la sexualidad: una positiva o “naturalista” –que se manifiesta en los ritos de fertilidad o en las orgías rituales– y una negativa, que se manifiesta en el ascetismo y en las técnicas de autocontrol y abstinencia. Ambas actitudes, reglamentadas, se presentan en diferentes sociedades y son permitidas u obligatorias en determinadas circunstancias.

 

Se abordan aquí básicamente el erotismo y la sexualidad en relación con la religión, que en última instancia son inseparables. Este tema está muy en boga ante los recientes sucesos ocurridos en la Iglesia católica, que nos llevan desde luego a comparar las concepciones que tienen las diferentes religiones en relación con la sexualidad.

Las primeras reglas que existieron, además de a quién se podía matar y a quién no, se refieren a con quién se podían unir sexualmente y con quién no, de ahí la regulación del matrimonio, y la prohibición del incesto, que ha resultado fundamental en la historia de la cultura, y que se rompe entre los seres divinos o semidivinos, que pueden soportar esta transgresión.

La sexualidad y la religión están íntimamente relacionadas con el cuerpo humano y con lo que se considera puro e impuro, con la fuerza negativa o positiva, benéfica o maléfica, sobre todo de las secreciones corporales. En las culturas religiosas reprimidas, el cuerpo es negado, arropado, disciplinado o despreciado, mientras que en culturas menos reprimidas, el cuerpo se considera un medio de presencia divina al que se adorna, se exhibe, y se considera símbolo de fecundidad y de gozo. 

Se pueden distinguir dos tendencias generales sobre la sexualidad: una positiva o “naturalista” –que se manifiesta en los ritos de fertilidad o en las orgías rituales– y una negativa, que se manifiesta en el ascetismo y en las técnicas de autocontrol y abstinencia. Ambas actitudes, reglamentadas, se presentan en diferentes sociedades y son permitidas u obligatorias en determinadas circunstancias. Las prácticas sexuales asociadas a los ritmos de la naturaleza, sobre todo a la siembra, incluyendo las “orgías sexuales”, están relacionadas con los ritos de fertilidad, sobre todo en las sociedades agrícolas, aunque también eran practicadas por grupos de recolectores como los aranda y otras tribus de Australia septentrional y central. La sexualidad también puede ser vista como un medio de desarrollo espiritual, como sucede en las tradiciones tántricas hindúes y budistas.

 

González Torres, Yolotl, “Sexualidad y religión”, Arqueología Mexicana núm. 104, pp. 26-27.

 

Yolotl González Torres. Doctora en antropología por la UNAM. Profesora en la FFYL, UNAM, y miembro del SNI. Investigadora en la Dirección de Etnología y Antropología Social, INAH. Especialista en antropología de la religión.

 

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