Jeffrey R. Parsons
En los primeros siglos del Posclásico, por vez primera la cuenca no fue la región más importante del Altiplano Central. Las dos principales ciudades de la época, Tula y Cholula, se encontraban situadas en áreas vecinas y, en especial la primera, ejercían influencia sobre la cuenca. Para finales de este periodo, la población iba en aumento y la región se encaminaba al auge que caracterizó al Posclásico Tardío.
Los siglos transcurridos entre el Epiclásico –que siguió a la caída de Teotihuacan– y el surgimiento del imperio mexica en Tenochtitlan, incluyen el desarrollo y colapso de Tula, al norte de las fronteras noroccidentales de la Cuenca de México, y la creciente importancia de la gran ciudad de Cholula, situada al sureste. El declive de la ciudad de Teotihuacan y de su sistema regional, en la Cuenca de México, durante el siglo vii d.C. parece haberse dado en dos etapas: 1) el Epiclásico, cuando grandes grupos de población emigraron desde Teotihuacan y, al parecer, se establecieron inicialmente en grandes asentamientos nucleares, 2) seguido por el Posclásico Temprano, marcado por una tendencia a lo rural y un descenso de la población en el centro y sur de la cuenca, mientras que en el norte de la región se dio un aumento y concentración de la población.
Hubo pocos centros grandes de población en el centro y el sur durante el Posclásico Temprano y sí varios asentamientos pequeños. En cambio, en el norte de la cuenca, en las inmediaciones del área de Tula, se encuentra la mayor parte de los grandes asentamientos del Posclásico Temprano. Ahí vivieron, tal vez, dos terceras partes de los habitantes de la región.
Durante el Posclásico Medio hubo un aumento significativo de población y una mayor urbanización en el centro y el sur de la cuenca, a la vez que en el norte se concentraban grandes poblaciones, un patrón claramente opuesto al que se presentó durante el Posclásico Temprano. La mayor parte de los centros del Posclásico Medio –como Huexotla, Coatlinchan, Culhuacan, Ixtapalapa, Chalco, Xico, Xochimilco, Tacuba, Atzcapotzalco, Tenayuca y Xaltocan– se desarrollaron en las extensas márgenes de los lagos poco profundos y pantanos.
En la Cuenca de México, el Posclásico Temprano y Medio se caracterizan también por una variedad cerámica sin precedentes. Los arqueólogos aún buscan establecer una relación cronológica y cultural entre los grupos cerámicos, cuyos tipos diagnósticos son el Azteca I Negro sobre Naranja y el Rojo sobre Bayo de Mazapan/Tollan. El final del Posclásico Medio se caracteriza por la presencia en toda la cuenca de cerámica Azteca II Negro sobre Naranja.
Factores geopolíticos
Los cambios en la demografía, el patrón de asentamiento y la distribución de cerámica en la cuenca durante el Posclásico Temprano y Medio deben entenderse a la luz de tres grandes tendencias geopolíticas: 1) La herencia del Epiclásico, cuando una docena de centros aparentemente autónomos, dentro y alrededor de la cuenca, compitieron por el poder y el prestigio que tuvo Teotihuacan. 2) La relación entre Tula y Cholula, las dos nuevas grandes capitales regionales que se desarrollaban justamente afuera de la cuenca. Situada en medio ellas, la cuenca se convirtió en la frontera sociopolítica entre estas dos importantes ciudades del Posclásico Temprano. Por primera vez en muchos siglos, los centros de poder del Altiplano Central se asentaban fuera de la cuenca. 3) El colapso de Tula como gran centro de poder hacia 1200 d.C. Así desapareció uno de los centros regionales más grandes del Postclásico Temprano y quitó a la cuenca su carácter de frontera entre esa ciudad y Cholula.
Parsons, Jeffrey R., “Posclásico Temprano y Medio (900-1350 d.C.). Época de transición”, Arqueología Mexicana núm. 86, pp. 54-57.
• Jeffrey R. Parsons. Doctor en antropología y especialista en arqueología de Mesoamérica y de la región andina. Profesor de arqueología latinoamericana en la Universidad de Michigan.
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