Carlos Zolla
La medicina tradicional indígena, presente en todos los pueblos o grupos etnolingüísticos de México, es un sistema de conceptos, creencias, prácticas y recursos materiales y simbólicos -destinado a la atención de diversos padecimientos y procesos desequilibrantes-, cuyo origen se remonta a las culturas prehispánicas.
Toda sociedad, independientemente de su origen histórico o de su localización geográfica, forja en algún momento de su desarrollo lo que, de manera general, se denomina un sistema de salud. Entendido el proceso de esta manera, podemos definir dicho sistema como una forma de respuesta social organizada para hacer frente a las acechanzas de la enfermedad, el accidente, el desequilibrio o la muerte. En la mayor parte de las sociedades actuales, estos sistemas son plurales. es decir, están formados por varios modelos médicos que pueden interactuar y complementarse armónicamente o por el contrario, competir y mantener relaciones de exclusión o subordinación. En el caso particular de las comunidades indígenas rurales del México actual es frecuente que este sistema real de salud lo integren la medicina doméstica o casera, la medicina alopática (también llamada occidental o moderna) y la medicina tradicional. Sobre esta última concentraremos nuestra atención, tratando de explicitar sus características más relevantes. Es preciso recordar que dos de esos subsistemas o modelos, el doméstico y el tradicional, han sido creados por las propias comunidades, mientras que el de la medicina académica es producto de una intervención exterior, institucional (resultado de los programas de extensión de cobertura).
Llamamos "medicina tradicional indígena" al sistema de conceptos, creencias, prácticas y recursos materiales y simbólicos destinado a la atención de diversos padecimientos y procesos desequilibrantes, cuyo origen se remonta a las culturas prehispánicas pero que, como toda institución social, ha variado en el curso de los siglos, influida por otras culturas médicas (española, africana, moderna), por los cambios en el perfil epidemiológico de las poblaciones y por factores no médicos de diversa índole (económicos, ecológicos, religiosos). Las expresiones empleadas para designarla son abundantes: medicina indígena, medicina paralela, medicina popular, medicina natural, medicina herbolaria, etnomedicina, etc. Al preferir la denominación "medicina tradicional ', universalizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo hacemos guiados por la convicción de que se trata de una manifestación de la cultura médica que mantiene estrechos nexos con el pasado, una cultura médica en la que la transmisión oral de los conocimientos ancestrales ha jugado un papel esencial. Con variantes, pero también con semejanzas abundantes y significativas, esta medicina se encuentra presente en todos los pueblos o grupos etnolingüísticos de México, como lo hemos demostrado en las diversas obras que forman parte de la Biblioteca de la Medicina Tradicional Mexicana, publicadas el Instituto Nacional Indigenista a finales de 1994.
Desde nuestro punto de vista, la medicina tradicional indígena puede ser cabalmente comprendida cuando se atiende a cinco aspectos o componentes esenciales: 1) el recurso humano; 2) los procedimientos y métodos de diagnóstico y curación; 3) las causas de demanda de atención; 4) los recursos terapéuticos materiales y simbólicos, y 5) las relaciones del modelo médico tradicional con los otros modelos al interior del sistema real de salud.
El recurso humano
Curanderos, parteras, hueseros y hierberos forman el grupo mayoritario de terapeutas tradicionales indígenas, al que se suma un abundante número de especialistas: rezanderos, sobadores, ensalmadores, graniceros, chupadores, culebreros o viboreros, adivinadores, etc., con designaciones específicas en las lenguas indígenas. Así, por ejemplo, los curanderos coras de Nayarit reciben diversos nombres: tiguataca, icuaguame, i llanaca te igoguate, titihuataca y tyanama, algunos de los cuales distinguen tipos específicos de prácticas: el icuaguame triubech mi ichurachcomil es el "curandero con plumas y pipa", el ya'aname es el cantador y el tte ucube, el cantador-abogado en rezos. Son famosos en la literatura antropológico-médica los mara'akame huicholes, los iloletik tzotziles, los h 'menoob mayas o los shuta shiné (o shinea) del mundo mazateco, individuos de indudable prestigio y factor esencial en la cohesión del grupo y en el control social. En algunos casos, las designaciones son muy antiguas y su filiación indudablemente indígena; en otros es visible la influencia del español y del creciente bilingüismo, como entre los amuzgos de Guerrero, en donde opera el cui'jna de baraja, terapeuta que cura "el rastro" del paciente empleando la baraja española como instrumento esencial de sus procedimientos de eficacia simbólica.
En general, los terapeutas tradicionales indígenas son adultos mayores; (los curadores niños o adolescentes son excepcionales), factor que desde los tiempos prehispánicos se asocia a la acumulación de experiencia, la autoridad técnica y moral, y, como en el caso de los nahuas estudiados por Sahagún, al incremento de la fuerza del tonalli, uno de los centros anímicos esenciales de la persona (los otros eran el yollo -teyolía-, situado en el corazón, y el ihíyotl, que anatómicamente podría identificarse en la zona hepática). El proceso por el cual se llega ser terapeuta tradicional presenta notables coincidencias entre los distintos indígenas: el descubrimiento de la vocación puede ocurrir en el sueño, en el curso de una enfermedad, en el trance o el éxtasis provocado por la ingesta de "plantas sagradas" de origen vegetal como el peyote, el ololiuhqui, las semillas de la virgen, los hongos, las, ninfeas, etc.), o a partir de ciertos indicios físicos observados por los padres o la partera en el nacimiento y que revelan el destino del futuro sanador. No pocas veces el aprendizaje al lado de un terapeuta mayor y más experimentado es la vía para convertirse en curador. En general, los médicos tradicionales indígenas cumplen además funciones religiosas como guías u organizadores de rituales asociados al ciclo de vida o a las actividades agrícolas (bendición de las milpas, predicción del clima), y se distinguen como guías espirituales e intérpretes excepcionales de la cultura y la ideología del grupo.
Carlos Zolla. Lingüista, especialista en antropología médica. Asesor de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y docente del Programa Universitario México y Nación Multicultural, de la UNAM.
Zolla, Carlos, “La medicina tradicional indígena en el México actual”, Arqueología Mexicana núm. 74, pp. 62-65.
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