Las últimas investigaciones indican que Tingambato fue un centro regional importante en la zona centro del estado de Michoacán durante el Clásico mesoamericano. Nuevos hallazgos refuerzan esta idea –entre ellos el de la Tumba II–, y establecerán nuevos parámetros para entender los procesos culturales que se desarrollaron en la región.
Por los caminos de Michoacán encontramos el municipio de Santiago Tingambato, poblado que se asienta al pie de monte del cerro Comburinos, donde hay grandes huertas de aguacate (P. americana); asimismo, en los alrededores del sitio arqueológico de Tingambato se encuentran árboles de aguacate. “Tinganio” o las “Ruinas” son las formas coloquiales con que lo designan los pobladores de la región. El nombre de Tingambato probablemente deriva de tinganio, que en lengua purépecha significa “lugar donde termina el fuego”; quizás el locativo se origina por las condiciones geográficas del lugar, donde inicia la tierra fría y termina la tierra caliente (Piña Chan, 1982); también puede interpretarse como “cerro de clima templado” (Peña, 1991). Es claro en todo caso que el nombre proviene de los hablantes de lengua purépecha. La evidencia arqueológica ha demostrado que el sitio fue anterior al imperio tarasco, por lo tanto se cree que durante el Clásico, Tingambato era parte de una dinámica cultural que dio por resultado la interacción y consolidación de varias tradiciones arqueológicas.
Retrospectiva
Uno de los primeros registros fue publicado el 26 de mayo de 1842 en el periódico La Voz de Michoacán, medio que reportó la existencia de vestigios arqueológicos en Santiago Tingambato; la nota informaba sobre la presencia de elementos arquitectónicos (un área habitacional y una tumba), además de objetos arqueológicos como figurillas, vasijas de cerámica y objetos de lítica. A finales del siglo XIX, el doctor Nicolás León excavó en la región de Tingambato con el objetivo de realizar un estudio de antropología física (Piña y Ohi, 1982).
En 1978 dio comienzo el “Proyecto Tinganio”, a cargo del doctor Román Piña Chan, auxiliándolo como jefe de campo el arqueólogo Kuniaki Ohi. De los trabajos de campo se obtuvo un conocimiento general de la zona. Los recorridos en superficie revelaron cinco asentamientos prehispánicos dispuestos alrededor del sitio: Tingambato, Cerro de los Monos, Characatan, La Escondida y La Yácata. Se obtuvo también información sobre cerámica, lítica, patrón arquitectónico y sistema constructivo del sitio.
Cruz Hernández, Laurie Melchor, y Olga Lidia Landa Alarcón, “Tingambato. Un sitio del Occidente de México y una tumba real”, Arqueología Mexicana núm. 123, pp. 43-46.
• Laurie Melchor Cruz Hernández. Licenciado en arqueología por la Universidad Veracruzana. Especialista en figurillas del Preclásico del centro de Veracruz.
• Olga Lidia Landa Alarcón. Licenciada en antropología con especialidad en arqueología por la Universidad Veracruzana. Pasante de maestría en arquitectura en el área de restauración. Coordinadora de diversos proyectos de investigación. Subdirectora de proyectos en la Dirección de Salvamento Arqueológico.