En relación con las construcciones arquitectónicas de Cantona, debemos subrayar la ausencia de cementante o argamasa para unir las piedras de los muros. Esta característica estaba presente desde las construcciones más tempranas, de 600 a.C. aproximadamente. Por lo tanto, en Cantona no existen muros verticales –a menos que éstos tengan menos de 40 cm–; hay muros con un grado de inclinación de entre 12 a 15 cm.
Al igual que en el valle poblano-tlaxcalteca, vecino al sur y al oeste de la Cuenca de Oriental, en Cantona se utilizó el talud-tablero, en este caso –hay pisos de estuco y de lodo al interior de las construcciones– o la aplicación de capas de lodo sobre los muros de las estructuras importantes; esto se dio de esta manera debido a la escasez de agua, la cual era más importante para satisfacer las necesidades básicas de alimento y limpieza. A pesar de ello hemos observado gruesos pisos de lodo, hasta de 22 cm de espesor –varios de ellos quemados– al interior de las estructuras. En el interior de cistas se observan delgadas capas de estuco sobre las paredes, así como en la base y paredes de receptáculos rectangulares a manera de espejos de agua. Excepcionalmente se observó una delgada capa de lodo en el piso del Juego de Pelota 5.
En Cantona, la ausencia de enlucido en las paredes exteriores de los edificios principales se solucionó mediante el manejo del color y textura de las piedras utilizadas en su construcción: el basalto –negro, azul o gris– se utilizó para rellenos y construcciones de muros en general. El tezontle, careado y recortado, se usó para el recubrimiento de los cuerpos de las estructuras –taludes en general– y en las cistas o tumbas. La cantera –toba volcánica–, para la construcción de escalones y alfardas en las escaleras; para pisos y pasillos de las pirámides y de los basamentos de habitaciones de la elite; en las banquetas y pasillos también de las unidades habitacionales de la elite, y en los paramentos verticales. Y la caliza blanca se usó en elementos culturales importantes: discos en canchas de juego de pelota, en algunos altares, como señalización de lugares con enterramientos humanos o de ofrendas, y en la elaboración de bastones de mando.
Una técnica importante en la construcción de las pirámides o estructuras mayores con dos o más cuerpos superpuestos –con taludes inclinados o fuertemente inclinados– fue la realización de un muro de carga en la parte posterior de los muros aparentes. Estos muros de carga pueden llegar a ser ligeramente verticales, pero construidos con piedras grandes y bien acomodadas, puesto que son los que soportan todo el peso del relleno al interior de las estructuras arquitectónicas.
Asimetría en las construcciones
En general, el cantonés aprovechó la topografía del terreno –lomas, hondonadas, laderas– y la adaptó y transformó según las funciones de las diversas construcciones, ya fueran de carácter cívico-religioso –plazas, canchas, basamentos de templos o de habitación de los dirigentes– o con otras funciones. Esto dio como resultado una total asimetría en las construcciones, tanto en la planta de los edificios o de sus conjuntos arquitectónicos como en las fachadas; aprovechando y adaptando el relieve se remarcó dicha asimetría. Esta asimetría otorgó al asentamiento una característica propia, que se convirtió en un sello distintivo de la ciudad.
Ángel García Cook (1937-2017). Arqueólogo por la ENAH. Fue investigador del INAH. Foto: Javier Martínez.
García Cook, Ángel, Sistema constructivo, Arqueología Mexicana, edición especial, num. 73, pp. 46-49.