Se ha escrito mucho sobre Hernán Cortés, conquistador del México antiguo; algunos lo han hecho con simpatía, pero la mayoría lo realizó si no con odio, sí con resentimiento. Yo trato de ser imparcial, aunque me gustaría presentar los primeros acontecimientos de la Conquista de manera diferente de otros, destacando aspectos que no se habían tomado mucho en cuenta, puesto que para mí la historia no es una secuencia de acontecimientos, sino un conjunto de fenómenos tangibles e implícitos que se entienden sólo cuando uno descubre la estructura que los explica, puesto que cada fenómeno, el conjunto de ellos y las relaciones que se establecen entre sí no son arbitrarios, aunque el hombre sí lo sea y cometa errores.
A partir de 1440 d.C., los mexicas mostraron un creciente interés por las tierras de la Costa del Golfo de México. En 1448 emprendieron su primera incursión militar, la cual supuestamente era un castigo por la muerte de algunos mercaderes mexicas. Para el año de 1463 la región estaba definitivamente sometida y lugares como Ahuilazapan, Cuetlachtlan, Cuauhatochco, Oceloapan, Zempoala y Quiahuiztlan pagaban tributo a la Triple Alianza. Aunque Zempoala no aparece en la lista de tributos del Códice Mendoza, es posible que no pagara tributo a los mexicas sino a otro miembro de la Triple Alianza.
El 22 de abril de 1519, un viernes santo, Cortés desembarcó en la playa de Chalchihuecan y se instaló ahí provisionalmente. Según Miguel León-Portilla, los indígenas habían observado las actividades de Cortés desde Yucatán, por lo que no es sorprendente que poco tiempo después apareciera una embajada de indígenas para ponerse en contacto con Cortés y Marina en ese sitio, Al principio, los indígenas proporcionaron víveres a Cortés para convencerlo de que se fuera; él, en cambio, insistía en conocer al rey azteca, en Tenochtitlan, porque ya tenía en mente la idea de conquistar el imperio mexica. La construcción de una horca en esa playa es una demostración de que ya no se trataba de una expedición de reconocimiento, sino de asentarse en estas tierras desconocidas del continente americano. La decisión de Cortés fue motivo de severas discusiones entre la tropa y algunos se regresaron. Cuando después, en la Villa Rica, el descontento y las amenazas de Diego Velázquez, gobernador de Cuba, estaban por provocar un motín, Cortés quemó y barrenó, para estar seguro de su hundimiento, los barcos, con lo que evitó el regreso a Cuba de su gente.
Cuando ni uno ni otro lograron su propósito, los mexicas se retiraron y aparecieron los totonacos de Zempoala, quienes invitaron a Cortés a su ciudad. La invitación llegó en un momento oportuno, pues la tripulación se empezaba a quejar de la falta de agua potable, de los insectos y en general del ambiente insalubre en que vivía, independientemente de que se había percatado de la sublevación contra el gobernador de Cuba. Pasaron por un paisaje de sabanas y dunas, y cruzaron el río Huitzilapa, donde se encuentra actualmente la Antigua Veracruz y a donde trasladaron posteriormente el municipio de la Villa Rica de la Veracruz por conveniencia geográfica. Los españoles llegaron el 15 de mayo de 1519 a la ciudad de Zempoala, capital del señorío austral de los totonacas, cuyo cacique se llamaba Xicomecóatl, mejor conocido como el Cacique Gordo, aunque es extraño que este personaje haya tenido un nombre náhuatl y no totonaco. De Zempoala dependían otros señoríos, como Quiahuiztlan.
Aparentemente, Xicomecóatl practicaba la intriga de alta escuela, porque fue capaz de engañar a Cortés en varias ocasiones. Una vez lo convenció de que la gente de Cingapacinga, localidad cercana a Zempoala, estaba conspirando junto con los aztecas en contra de los españoles, por lo que era necesario castigarlos, Cuando los españoles llegaron al lugar se dieron cuenta de que era gente pacifica y de que el verdadero motivo de Xicomecóatl era que, desde hacía tiempo, tenía querellas de tierras con ellos. En Quiahuiztlan, donde los totonacos habían declarado la guerra contra México, aparecieron representantes del rey mexica y por insistencia de Xicomecóatl fueron tomados presos, aunque Cortés, que tenía otra estrategia en mente, los liberó clandestinamente.
Juergen K. Brueggemann. Maestría y doctorado en México, D.F. Publicaciones de diversa índole. Ha realizado trabajos de campo en el norte, centro, este y sureste del país. Investigador del Centro INAH, Veracruz.
Brueggemann, Juergen K., “Zempoala y Quiahuiztlan”, Arqueología Mexicana, núm. 49, pp. 48-51.
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