La información relativa a la migración y la paleodieta en restos óseos humanos se puede obtener debido a que los elementos químicos están formados por isótopos, es decir, átomos que tienen las mismas propiedades pero mayor masa atómica. Al ser más pesados se comportan de manera diferente durante ciertos procesos (físicos, químicos y biológicos), pues cambian las relaciones entre los isótopos ligeros y los pesados, dejando lo que conocemos como “huellas isotópicas”. Por ejemplo, los dos procesos fotosintéticos C3 y C4 de las plantas dejan huellas isotópicas características del carbono en la glucosa que forma.
Estas huellas se expresan en partes por mil (‰) en una notación δ, que es la diferencia relativa entre la relación del número de los isótopos pesados y de los ligeros de la muestra y de una muestra patrón. Estas huellas se transmiten a lo largo de la cadena alimenticia a los consumidores y se manifiestan en tejidos como esmalte, dentina o huesos. Así, la huella isotópica de una planta C3 o C4 se puede reconocer en la δ13C del esmalte de un herbívoro o un carnívoro en la cadena alimenticia.
Los huesos y los dientes están formados principalmente por dos tejidos que pueden perdurar miles de años: el colágeno y la bioapatita. El colágeno es el material orgánico que proporciona flexibilidad y soporte al tejido inorgánico, que es la bioapatita, que a su vez proporciona la rigidez. El colágeno que forma parte de los huesos y de la dentina de los dientes registra las huellas isotópicas de carbono δ13Cc de la dieta proteica que ingirió el individuo, así como la huella isotópica del nitrógeno δ15N que determina, entre otras cosas, el nivel trófico en que se encuentra el individuo en la cadena alimenticia. La bioapatita de los huesos, esmalte y dentina, registra tanto la dieta total ingerida (δ13Cb) como la del agua (δ18O) del lugar de procedencia del individuo. Por otro lado, también algunos átomos de calcio de la bioapatita son sustituidos por el estroncio, el cual tiene la huella isotópica 87Sr/86Sr de la formación geológica de la localidad.
Los individuos de Teopancazco
Se tomó una muestra de esmaltes y dentina de los dientes de 42 individuos humanos, huesos de dos guajolotes, dos perros, un conejo, una liebre y un puma excavados en Teopancazco. En ellos se realizaron análisis isotópicos de carbono y nitrógeno en el colágeno de huesos y dentina, así como análisis isotópicos de carbono, oxígeno y estroncio en la bioapatita de los esmaltes y huesos. Los datos de los análisis isotópicos del colágeno de la dentina y los huesos se observan en la fig. 3. Los valores de δ13C del lado izquierdo de la figura muestran que tanto el puma como los conejos consumieron plantas C3. Sin embargo, los valores de δ15N del puma implican que era carnívoro y que los conejos eran herbívoros con valores menores de δ15N.
Por otro lado, en el extremo derecho de la gráfica, los valores δ13C de la mayoría de los individuos muestran que consumieron grandes cantidades de maíz, del orden de 85%. Por su valor de δ15N tienen un valor alto en la cadena trófica, al ingerir cantidades considerables de proteína de animales, quizá perros y guajolotes alimentados con maíz. En cuanto a la variación de δ15N de los humanos, de manera interesante se distinguen cuatro grupos: un grupo mayoritario que consumió una buena cantidad de proteína animal (azul); un grupo con un bajo consumo de proteína animal (verde), tan bajo casi como el de un guajolote; el grupo de entierros especiales con un muy alto consumo de proteína animal (rojo), y finalmente el conjunto de individuos con un consumo promedio de proteína animal cuyos valores de oxígeno-18 indican que no nacieron en Teopancazco, es decir, son foráneos, y que la proteína que consumieron provenía de una menor cantidad de pastos C4 o maíz (morado).
Isabel Casar. Doctora en física. Investigadora del Instituto de Física de la UNAM.
Peter Schaaf. Instituto de Geofísica, UNAM.
Edith Cienfuegos. Instituto de Geología, UNAM.
Gabriela Solís. Instituto de Geofísica, UNAM.
Pedro Morales. Instituto de Geología, UNAM.
Casar, Isabel et al., “Los migrantes de Teopancazco”, Arqueología Mexicana, núm. 157, pp. 58-61.
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