El lago de Texcoco comprende un conjunto de lagunas saladas poco profundas y de pantanos que abarcaron aproximadamente 600 km2 de la Cuenca de México.
Exploraciones en el Lago de Texcoco
Entre el 20 de mayo y el 31 de julio de 2003, un equipo de arqueólogos de la Universidad de Michigan y de la Universidad Autónoma Chapingo emprendió una exploración superficial intensiva en el lecho de lo que fue el lago central de Texcoco. Caminando en grupos de entre cinco y ocho personas, separados por intervalos de diez metros, recorrimos sistemáticamente una superficie de aproximadamente 25 km2. Pudimos localizar así más de 1 100 lugares con restos arqueológicos en la superficie explorada. Los contenidos de esos sitios iban desde artefactos aislados (generalmente herramientas de piedra y tepalcates) hasta acumulaciones de tepalcates y de lítica que medían entre cinco y cien metros de diámetro.
Varios tipos de materiales arqueológicos fueron particularmente abundantes:
1) Navajas aserradas de sílex, en casi 250 lugares. Estas herramientas posiblemente se utilizaron para abrirse paso entre los carrizales. Los instrumentos son, al parecer, exclusivos del lecho del lago e indican tareas altamente especializadas asociadas a los recursos acuáticos.
2) Navajas de obsidiana, en 110 lugares. Si bien no resulta claro aún para qué se usaron las navajas, es raro que instrumentos de pedernal y obsidiana aparezcan en el mismo lugar; los instrumentos de obsidiana verde y gris pocas veces se encuentran juntos (cada tipo de obsidiana se obtiene de distintas fuentes y cada una era la más adecuada para la elaboración de diferentes instrumentos, propios para cortar, raspar y punzar). La mayor parte de los objetos de obsidiana gris eran raederas, puntas de proyectil y cuchillos. El patrón de distribución de los restos indica que se realizaban diferentes tareas en distintos lugares del lago (tal vez para obtener o procesar diferentes productos o para separar etapas de procesamiento de un solo producto o más).
3) Molcajetes o comales, en 50 lugares. Estos restos, como los metates y manos para moler encontrados en 14 lugares, se asocian a la preparación de comida. Los instrumentos parecen indicar la presencia de pequeños campamentos temporales usados por quienes explotaban algún recurso lacustre.
Una ofrenda ritual (Localidad 210)
En la parte centro-norte del área explorada encontramos vestigios bien conservados de lo que, al parecer, fue una ofrenda ritual que llamamos Localidad 210. El depósito arqueológico parece haber ocupado originalmente una superficie no mayor a los 10 m2 y se encontraba a 22 cm de profundidad. Los restos de varios postes señalan los límites de un pequeño palafito (construcción sobre pilotes en un lago o pantano) en el que probablemente se realizaron actividades rituales, lo cual se deduce a partir de las características de los artefactos asociados. La estructura, orientada de norte a sur, mide aproximadamente 1.5 x 1.3 m. Fue ahí donde se recuperó la mayor parte de restos cerámicos, entre los que predominan los sahumadores (18) y los grandes cántaros (4). En menor cantidad se encontraron cajetes curvo-convergentes (3), platos (2), cajetes trípodes (2), un brasero y un comal. Durante la excavación también recuperamos materiales líticos de piedra verde, basalto, tezontle y obsidiana, y, con ellos, restos de madera, copal, carbón, cascarones, pequeños caracoles y fragmentos de huesos de fauna lacustre.
Las dimensiones de la plataforma y la distribución de los materiales arqueológicos nos permiten proponer que la actividad ritual se realizaba dirigiéndose hacia el poniente, como lo indica la orientación de una figurilla antropomorfa de piedra verde, y la dispersión de chalchihuites y sahumadores en el mismo margen. La presencia de la figurilla bajo la plataforma, ubicada en la parte central y viendo hacia el poniente, sugiere que fue colocada ahí intencionalmente, quizá como custodio simbólico del altar.
Conclusiones
Las fuentes documentales, etnográficas y arqueológicas sobre la Cuenca de México confirman la importancia que a lo largo de varios siglos han tenido los recursos acuáticos. Estos recursos podían proporcionar cantidades muy grandes de proteínas de alta calidad y otros nutrientes esenciales, así como un número significativo de calorías y de materias primas, como el tule para petates y canastas. Nuestras investigaciones arqueológicas demuestran que los pobladores de la cuenca han usado intensivamente el lago central de Texcoco por lo menos desde hace mil años para proveerse de recursos lacustres. Los análisis arqueológicos preliminares muestran que se llevaron a cabo diferentes actividades en distintas partes del lago, tal vez debido a las variadas condiciones locales. El hallazgo de una ofrenda ritual bien conservada indica la importancia del lago en la ideología prehispánica.
Traducción: Elisa Ramírez
Jeffrey R. Parsons. Doctor en antropología y especialista en arqueología de Mesoamérica y de la región andina. Profesor de arqueología latinoamericana en la Universidad de Michigan.
Luis Morett A. Director del Museo Nacional de Agricultura e investigador de la Universidad Autónoma Chapingo. Egresado de la licenciatura y maestría en arqueología de la ENAH.
Tomado de Jeffrey R. Parsons y Luis Morett A., “Recursos acuáticos en la subsistencia azteca cazadores, pescadores y recolectores”, Arqueología Mexicana, núm. 68, pp. 38-43.
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