Existen muchas imágenes femeninas en Mesoamérica. Las pequeñas figurillas hechas de arcilla son las representaciones más comunes de las mujeres. Aunque también las hay en la escultura monumental en piedra. Así, en Chalcatzingo, Morelos, las mujeres están tanto en figurillas de barro como en el arte monumental. Estas representaciones y sus contextos específicos nos permiten entender mejor el papel de las mujeres en una de las sociedades más antiguas del país. En este lugar, la imagen en arte monumental de una mujer destacada demuestra su importancia en la formación de alianzas matrimoniales con los habitantes de otros lugares, mientras las pequeñas figurillas de arcilla fueron usadas en ceremonias del ciclo de la vida.
En el transcurso del Preclásico (2300 a.C.-100 d.C.), las pequeñas figurillas, en su mayoría mujeres desnudas o parcialmente vestidas, han sido el punto de partida para muchas especulaciones sobre el papel de la mujer en la antigüedad. La importancia obvia de su capacidad para la procreación es causa de que las explicaciones en torno a la fertilidad sean generales y sin contenido empírico.
Localizado en el valle oriental de Morelos, Chalcatzingo ha sido reconocido como un sitio clave del Altiplano central mexicano por la influencia olmeca que se observa en él. Por su estilo olmeca, los impresionantes bajorrelieves y monumentos del sitio han dado pie a cuestionamientos sobre el carácter de los contactos de Chalcatzingo con el área nuclear olmeca de la costa de Veracruz y Tabasco. El estudio de las mujeres preclásicas de Chalcatzingo, a través de las imágenes femeninas, nos ayuda a entender algunos aspectos de la relación que guardaba este sitio con los lejanos olmecas.
Una mujer especial
Para el Preclásico Medio, en la fase Cantera (700-500 a.C.), una estela denominada Monumento 21 es la única conocida en el Altiplano central mexicano que representa a una mujer. Esta estela probablemente celebra y conmemora una alianza entre élites, basada en el matrimonio.
En la estela, la mujer parada de perfil, toca un objeto con forma de bulto. Está vestida con falda, brazaletes, cinturón y huaraches, y además trae un largo velo cubriendo la cabeza. Dos características particulares, las facciones de la cara y el cuello abultado –diagnosticado como bocio– sugieren que esta mujer no es una deidad sino un personaje real que vivió durante el Preclásico. El bulto contiene pieles de venado, definidas por las manchas y bandas, y está sujeto por unos amarres sellados con hachas estilizadas y elemento trilobulares. La mujer se encuentra de pie encima de un motivo que representa la Tierra o el Monstruo de la Tierra.
El conjunto de elementos representados en la estela –en particular, la posición de la mujer sobre un elemento sobrenatural– le asigna un importante estatus intermedio entre lo divino y lo humano. El bulto enigmático de pieles de venado probablemente simboliza los regalos (dote) que las familias otorgan cuando hay matrimonio.
Esta estela estaba colocada en asociación con una plataforma baja hecha en piedra que, en su momento, probablemente sostuvo una superestructura construida de material perecedero. Asociadas a una élite, las estructuras prestigiosas de este tipo en Chalcatzingo combinan un gran tamaño, lujos en la construcción y el arte monumental.
Dentro de la historia de Mesoamérica, la costumbre de los pueblos de formar alianzas basadas en el matrimonio ha sido muy estudiada, y como ejemplos de esta costumbre sobresalen los mayas, los zapotecos, los mixtecos y los mexicas, entre otros. El intercambio de mujeres por medio del matrimonio servía como un mecanismo para promover la integración regional. A la vez, las personas adquirieron mayor estatus y consolidaron las alianzas políticas.
En 700 a.C., Chalcatzingo logró una gran importancia en el Altiplano y fungió como centro de control de intercambio. La influencia olmeca se presentó en ese momento. La alianza con base en el matrimonio establecida con algún centro olmeca de la zona nuclear o con sus aliados permitió apoyar y mantener las complejas redes económicas de intercambio que había desarrollado.
La ventaja de una alianza a nivel de élites también residió en la obtención de los atributos genealógicos prestigiosos. Cuando un linaje proclama una filiación divina a partir de ancestros sagrados o de deidades, se comparte ese estatus al casarse y tener hijos. Basándose en la genealogía, las personas y sus linajes se legitiman y pueden adquirir mayor estatus social, los cuales son algunos aspectos clave en la consolidación del poder.
Madres jóvenes e hijas
También durante la fase Cantera, las pequeñas figurillas de arcilla fueron abundantes. Más de 10 000 cabezas, fragmentos de cuerpos y piezas completas fueron recuperados en las excavaciones, lo cual permite su estudio como objetos dentro de un contexto. La naturaleza fragmentada de las figurillas de Chalcatzingo, como en otros sitios arqueológicos, se atribuye a un patrón de desecho casual de los antiguos habitantes.
En la muestra estudiada, las figurillas femeninas predominan, pues 92% son mujeres, 3% hombres y 5% niños. Los demás claramente definidos en los cuerpos femeninos están basados en la anatomía, la ropa, los adornos y la actividad.
Las figurillas no se presentan en los contextos públicos ceremoniales. Como ofrendas mortuorias son raras y no están asociadas al arte monumental. Se encuentran alrededor de las áreas habitacionales, en los basureros y patios. En varias unidades habitacionales se agrupan dentro y alrededor de las cocinas, áreas de uso tradicionalmente femenino en las sociedades agrícolas. Es interesante notar que existe un fuerte contraste entre la disposición de estas figurillas y las del Preclásico Inferior, como, por ejemplo, en el sitio de Tlatilco, en la Cuenca de México, donde fueron usadas como ofrendas mortuorias. Por lo visto, a través de 500 años –del Preclásico Inferior al Medio– se registran algunos cambios y/o la diversificación de las funciones de las figurillas en el Altiplano Central.
El tema más sobresaliente en las figurillas de Chalcatzingo es el embarazo, representado en tres etapas notables definidas por la prominencia del abdomen: además, la presencia de una línea vertical sobre el abdomen representa “la línea gris”, un rasgo anatómico real visible principalmente durante el tercer trimestre del embarazo y causado por la producción incrementada de progesterona. Los cuerpos no embarazados representan a las adolescentes. Por los temas y los contextos, es probable que fueran utilizadas en ritos de curación o en ritos asociados a la monarquía, el casamiento y el parto. Menos frecuentes son las figurillas que cargan a niños, animales u objetos. La ausencia de las mujeres viejas es notable, y se debe a un énfasis en las etapas fértiles del ciclo de la vida femenina.
Entre las figurillas hay varios estilos en los rasgos faciales y las insignias aplicadas en la cabeza. Algunos de estos estilos son locales, otros regionales y otros más reflejan la influencia de los olmecas de la zona nuclear de la costa del Golfo. La importancia y la mayor abundancia de las figurillas estilo olmeca llamada “C8” coincide con la mayor participación de Chalcatzingo en el intercambio de larga distancia y con el crecimiento máximo de la población en la región. La emulación de las costumbres olmecas es evidente en el uso de varias clases de bienes rituales y suntuarios hechos en materiales exóticos. El tipo C8 de figurillas, también asociado al ciclo de la vida femenina, sugiere un interés por parte de la sociedad de Chalcatzingo en la filiación y las alianzas entre grupos domésticos y grupos supradomésticos, las cuales asumieron un mayor significado socio económico en la fase Cantera.
Es importante destacar que esta interpretación no significa que todas las figurillas en Mesoamérica fueran usadas de esta manera. De hecho, este tipo de objetos pudo haber cumplido una variedad de funciones distintas en cada localidad o región, dependiendo del tipo de relaciones sociales existentes. Sin embargo, para el caso de Chalcatzingo, es evidente que el uso de las figurillas en ritos cumplía una función social particular relacionada estrechamente con el desarrollo de la complejidad social.
Conclusiones
Tanto en el pasado como hoy día, las relaciones establecidas entre personas en las ceremonias pueden afectar la estructura de sus vidas hasta la muerte. Los momentos rituales, cuando se formalizan los lazos no consanguíneos, pueden considerarse recursos escasos para establecer ciertas relaciones sociales ventajosas. La celebración de los ritos generalmente involucra los intercambios entre grupos, que pueden ser recíprocos o redistributivos y que sirven para cimentar y perpetuar los lazos sociales. El nacimiento de un bebé, así como los ritos de iniciación asociados con la monarquía y el casamiento, son algunos ritos que inician el intercambio de bienes y servicios entre personas y grupos, generalmente tipificados como recíprocos. El intercambio de comida es un ejemplo de lo dicho anteriormente, que crea la obligación de reciprocidad. Pero los intercambios económicos no terminan con la primera acción, sino que inauguran un flujo de bienes y servicios entre personas, grupos, productores y consumidores. Las relaciones sociales y económicas continúan después del momento especial celebrado, y forman la base para la creación de más relaciones económicas, sociales y políticas, incluyendo el intercambio y comercio, la resolución de conflictos y la prestación de labor, entre otros.
Las mujeres del Preclásico en Chalcatzingo ocuparon posiciones clave y desempeñaron actividades de gran relevancia. Las mujeres de alto estatus y las madres, hijas y adolescentes de todos los niveles sociales participaron como actores centrales en ritos relacionados con momentos clave del ciclo de la vida. Los efectos inmediatos y a largo plazo de los ritos son evidentes en muchas facetas de la vida, desde lo social, en las casas habitacionales del lugar, hasta lo económico y lo político, en las relaciones con otras culturas como la olmeca.
Ann Cyphers Guillén. Arqueóloga. Doctorada en antropología. Investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Ha conducido investigaciones en las zonas arqueológicas de Chalcatzingo y Xochicalco, Morelos. Actualmente en San Lorenzo Tenochtilan, Veracruz. Su principal tema de estudio es el desarrollo de la complejidad social en el periodo Preclásico.
Cyphers Guillén, Ann, “Las mujeres de Chalcatzingo”, Arqueología Mexicana, núm. 7, pp. 70-73.
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