El Tetzcotzinco y los símbolos del patriotismo tetzcocano
El cerro sagrado del Tetzcotzinco es uno de los complejos monumentales más asombrosos del México antiguo. En el Fuego Nuevo de 1455, según el Códice de Cuauhtitlan, Nezahualcóyotl Acolmiztli, el rey poeta y arquitecto de Tetzcoco, inició la construcción de su templo particular en el Tetzcotzinco, que fue la obra cumbre de su reino.
En las peñas del cerro hizo labrar terrazas, palacios, baños y pilas de agua, escaleras, estatuas y bajorrelieves alusivos a sí mismo y a Tetzcoco. Pobló el cerro con un bosque artificial, con árboles, plantas y animales de varias regiones. En las terrazas se hacían danzas rituales, con cantares compuestos por Nezahualcóyotl mismo.
En varios centros rituales se siguió el modelo del Tetzcotzinco: Chapultepec, Zacatépetl, Oaxtepec, Malinalco. Pero el Tetzcotzinco fue único porque para los baños Nezahualcóyotl diseñó y construyó sobre terraplenes un acueducto monumental, que llevaba agua al cerro y formaba parte de un sistema de riego que benefició muchas tierras de Tetzcoco, muy afectado por malas cosechas y hambrunas desde 1446.
El antropólogo inglés Edward B. Tylor estuvo en el Tetzcotzinco durante su viaje a México en 1856, y comprobó que las obras de irrigación coordinadas por un rey fuerte fueron esenciales para mantener a la numerosa población que hizo posible la civilización del México antiguo. También observó que así como los españoles cristianos destruyeron los finos sistemas de riego de los musulmanes en España, también destruyeron los del México antiguo. Ésta fue la suerte del acueducto del Tetzcotzinco.
La destrucción del templo de Nezahualcóyotl y sus relieves fue muy rápida. Entre junio y noviembre de 1539, el obispo de México fray Juan de Zumárraga enjuició y condenó a muerte a don Carlos Ometochtzin Chichimecateuctli, indio principal de Tetzcoco, por poligamia e idolatría. El 7 de julio, en las averiguaciones del proceso inquisitorial, don Lorenzo de Luna, gobernador indio de Tetzcoco, llevó a Zumárraga al Tetzcotzinco. El obispo se horrorizó al ver los relieves en las peñas, y los mandó destruir y quemar.
El escudo de armas
Algunas fuentes dan una idea sobre las esculturas y relieves destruidos en el Tetzcotzinco por el obispo Zumárraga. El historiador tetzcocano Fernando de Alva Ixtlilxóchitl hizo en su Historia chichimeca la descripción más completa del complejo ceremonial del Tetzcotzinco. Describió la escultura de un león (miztli) emplumado y los relieves destruidos por Zumárraga, que representaban los hechos más memorables de Nezahualcóyotl:
…en el primer estanque de agua estaba una peña, esculpida en ella en circunferencia los años desde que había nacido el rey Nezahualcoyotzin hasta la edad de aquel tiempo, y por la parte de afuera los años en fin de cada uno de ellos, asimismo esculpidas las cosas más memorables que hizo; y por dentro de la rueda esculpidas sus armas, que eran una casa que estaba ardiendo en llamas y deshaciéndose; otra que estaba muy ennoblecida de edificios, y en medio de las dos, un pie de venado, estaba en él una piedra preciosa, y salían del pie unos penachos de plumas preciosas; y asimismo una sierva [sierra], y en ella un brazo asido de un arco con unas flechas, y como un hombre armado con su morrión y orejeras, coselete; y dos tigres a los lados de cuya boca salían agua y fuego, y por orla doce cabezas de reyes y señores, y otras cosas que el primer arzobispo de México don fray Juan de Zumárraga mandó hacer pedazos, entendiendo ser algunos ídolos, y todo lo referido era la etimología de sus armas…
En el México antiguo no existían escudos de armas como los de los nobles europeos, pero se conoce un escudo de armas de la ciudad de Tetzcoco, supuestamente otorgado por el emperador Carlos V en 1551 –publicado por Antonio Peñafiel en 1903–, que en buena medida coincide con las armas de Nezahualcóyotl grabadas en el Tetzcotzinco, las cuales son descritas por Alva Ixtlilxóchitl. El escudo de armas de Tetzcoco se refiere sobre todo a Nezahualcóyotl, a su carácter guerrero y hechos de guerra, y a sus cantares y bailes, representados por la flor y la vírgula del canto (in xóchitl in cuícatl) y los tambores huéhuetl y teponaztli.
La guerra se representa con la flecha y el escudo (in mitl in chimalli), y con el agua y el fuego (in atl in tlachinolli). El brazo (acolli) que sostiene un arco y una flecha, junto con un cerro (tépetl), representan el altépetl o señorío chichimeca acolhua. El brazo o acolli, junto con el león o miztli, que sostienen el escudo de armas, forman el segundo nombre de Nezahualcóyotl, que es Acolmiztli: “brazo de león”.
Guerras rituales y fingidas
La lectura de los elementos de la parte izquierda del escudo de armas se aclara cuando se comparan con la imagen de Nezahualcóyotl como guerrero-danzante que aparece en el Códice Ixtlilxóchitl. Entre esos elementos destacan: el sayo con su faldellín de plumas, que es sostenido por dos águilas que no aparecen en el códice; el escudo, que en el centro lleva un glifo con forma ovalada; la macana y el huéhuetl que lleva Nezahualcóyotl en la espalda, con todo y la baqueta y el cordón que sirve para atarlo. Además, se distingue su casco de cóyotl o coyote, con las mismas borlas, y su falda de plumas, la cual aparece en la parte superior del escudo.
Torquemada, Boturini y Veytia asocian esta imagen con un episodio particular. En 1428, una alianza encabezada por Nezahualcóyotl y su tío Itzcóatl, señor de Tenochtitlan, logró derrotar a Maxtla, ilegítimo señor de Azcapotzalco, y acabó así con el “yugo tepaneca”. En 1431 se formó la Triple Alianza de Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan, que habría de dominar el centro de México durante casi un siglo. Nezahualcóyotl recibió los títulos de acolhuateuctli, señor de los acolhuas, y de chichimecateuctli, señor de los chichimecas, fue coronado en Tenochtitlan y regresó a Tetzcoco. Al poco tiempo, supo que su tío Itzcóatl se decía arrepentido de haberle dado el título imperial de chichimecateuctli. Nezahualcóyotl se enojó y amenazó con atacarlo. Para aplacarlo, Itzcóatl le mandó 25 bellas doncellas nobles. Nezahualcóyotl las devolvió con orgullo: “No quiero mujeres, sino hombres para pelear”. Nezahualcóyotl atacó a Itzcóatl en 1431 por la calzada del Tepeyac, donde se realizó una batalla, real o fingida según las fuentes, que redefinió los términos de la Triple Alianza y evitó que Tenochtitlan adoptara el papel tiránico de Azcapotzalco.
Según el padre Torquemada, el glifo del escudo o chimalli de Nezahualcóyotl representa “el sexo femenil de una mujer”. Varios autores le han dado un sentido machista al glifo, ya sea como símbolo del rechazo de Nezahualcóyotl a las doncellas que le mandó Itzcóatl, o por considerarlo afeminado. Pero también puede pensarse que Nezahualcóyotl usó los atavíos de la diosa madre Tonantzin Cihuacóatl, o del sacerdote mayor de Tetzcoco, que tenía el título de Cihuacóatl, para el ataque ritual de 1431 por la calzada del Tepeyac.
Al parecer, las tensiones entre Tetzcoco y Tenochtitlan en la Triple Alianza continuaron. Fuentes mexicas refieren que antes de morir, en 1440, Itzcóatl pidió a su sobrino Nezahualcóyotl que hiciera las paces con su sucesor, Moctezuma Ilhuicamina. Nezahualcóyotl aceptó y acudió a Tenochtitlan a someterse, pero Moctezuma, aconsejado por su eminencia gris, Tlacaélel, decidió que de cualquier manera debía haber una guerra, aunque fingida, que simbolizara ante todos la derrota de Tetzcoco con la quema de su Templo Mayor. Finalmente, la guerra fingida se llevó a cabo y el mismo Nezahualcóyotl quemó el templo.
Ahora bien, en el escudo de armas y en los relieves del Tetzcotzinco descritos por Fernando de Alva Ixtlilxóchitl solamente uno de los dos adoratorios de la cúspide del Templo Mayor aparece en llamas. Las fuentes indican que el de la izquierda estaba dedicado a Tláloc, dios de la lluvia, muy venerado en Tetzcoco, y el de la derecha a Huitzilopochtli, dios de la guerra. Pero sería absurdo que Itzcóatl hubiese forzado a Nezahualcóyotl a quemar el adoratorio de Huitzilopochtli, dios tutelar de los mexicas; más bien, puede pensarse que con esta guerra fingida de 1440 los mexicas impusieron a Tetzcoco el culto a Huitzilopochtli, a quien dedicaron uno de los mencionados adoratorios gemelos de su Templo Mayor.
Rodrigo Martínez Baracs. Maestro en historia. Investigador de la Dirección de Estudios Históricos del INAH y profesor en la ENAH.
Martínez Baracs, Rodrigo, “El Tetzcotzinco y los símbolos del patriotismo tetzcocano”, Arqueología Mexicana, núm. 38, pp. 52-57.
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