Entre los diversos pueblos que ocupan la franja oriental que va de la Sierra Norte de Puebla a los Altos de Chiapas, se cuenta la historia de un personaje que es una de las divinidades del maíz. Los popolucas lo identifican con la vida de la milpa, y lo figuran como un ser de menos de un metro de altura, con cabellos de elote, que se va endureciendo y secando conforme avanza la maduración de las plantas de maíz. Como es obvio, tiene varios nombres, entre ellos Tamacatzin o Cintiopiltzin entre los nahuas, Homshuk entre los popolocas y Kox entre los tzotziles, nombre el último que se da a Jesucristo en sus conjunciones de dios solar y dios del maíz. Cuando los indígenas se refieren a él en lengua española, dicen que es el Espíritu del Maíz, lo que despierta la curiosidad por su calificación de espíritu.
Las versiones del mito son muchas y variadas, por lo cual intentaré aquí una mera selección de aventuras, a las que no debe atribuirse generalidad alguna. Se podrán advertir en ellas, sin embargo, ciertas coincidencias con los mitos solares, entre ellas la ovogénesis, y el paralelismo con las historias de los gemelos del Popol Vuh y de Quetzalcóatl, sobre todo cuando éste busca y recupera los restos mortales de su padre con el auxilio de los animales.
Alfredo López Austin. Doctor en historia. Investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
López Austin, Alfredo, “Homshuk”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 92, pp. 58-61.