La muerte entre los grupos indígenas
Cuando llega el 2 de noviembre y se tiene la suerte de estar en una población con habitantes indígenas, resulta muy tentador relacionar y tratar de establecer contactos entre las costumbres actuales con que se conmemora a los difuntos con los antiguos ritos funerarios de Mesoamérica. Sin embargo, la tradición de conmemorar a los difuntos el 2 de noviembre fue impuesta por los españoles en la primera mitad del siglo XVI, cuando llegaron a México las reliquias de algunos santos a las que se les hacían ceremonias funerarias. El catolicismo fue la religión que trajeron los españoles y fue adoptada –por grado o fuerza– por los mesoamericanos, y como ha sucedido en muchas partes del mundo y con muchas otras religiones impuestas, esa religión fue reinterpretada a tal grado que es muy difícil saber si realmente las costumbres funerarias del 2 de noviembre actuales tienen puntos de coincidencia con los rituales prehispánicos. Los mesoamericanos veían a los dioses de la muerte y al inframundo de una manera que no acepta una interpretación simplista. Los dioses descarnados infundían terror y generalmente están dibujados en los códices o tallados en piedra como participantes en guerras, sacrificios de varios tipos, muerte y destrucción, actividades muy necesarias para que todo renazca, incluso los seres humanos. Por otra parte, la religión católica enseñó durante varios siglos que el precio que se pagaría por no aceptar pasar de la religión mesoamericana a la católica era el infierno y los castigos que ahí se imponían. Un muestrario de esto es la rica iconografía que hay para la descripción de las penas en el purgatorio
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Vela, Enrique, “La muerte entre los grupos indígenas”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 75, pp. 78-87.