En las fuentes documentales del siglo XVI, los interlocutores nahuas de Bernardino de Sahagún asociaron la sangre con las nociones de brote, crecimiento y vida. Definida como una sustancia espesa, la función principal que se le atribuía era la de vivificar y fortalecer, ya sea a través de su ingesta, en el caso de los dioses, ya sea, como lo señaló Alfredo López Austin en su obra Cuerpo humano e ideología, por contacto.
En este último caso, tanto dioses como humanos, difuntos, plantas, animales, elementos de la naturaleza, así como diferentes clases de objetos, como flechas y piedras, eran periódicamente rociados, untados o salpicados con este líquido precioso con el objetivo de robustecer su tonalli, para fortalecerlos o para que “cobraran vida”. A este respecto vale la pena mencionar algunos de los siguientes ejemplos.
La última etapa en la elaboración de las efigies de tzoalli –masa de amaranto y maíz tostados y molidos con miel negra de maguey– que personificaban a las divinidades nahuas, consistía en salpicarlas con la sangre de las víctimas sacrificadas. Cuando Motecuhzoma Ilhuicamina y Tlacaélel dispusieron un vergel de plantas de cacao y diferentes tipos de flores en Oaxtepec, provenientes de Cuetlaxtlan, en la costa del Golfo, los vegetales fueron rociados con la sangre de las orejas de los labradores cuetlaxtecas y con sangre de codorniz, para que ninguna planta muriera y para que florecieran rápidamente y en abundancia.
Asimismo, en la veintena de huey tozoztli, la parte inferior de color blanco de los tallos de las cañas, tolpactli, era untada con sangre. También, en Tlaxcala los restos de los individuos cremados eran mezclados con sangre para aumentar la fuerza de los residuos” (López Austin, 1980). Finalmente, los emisarios mexicas enviados a conocer a Hernán Cortés y sus huestes a la costa fueron rociados con sangre humana a su regreso a Tenochtitlan.
Imagen: Tonatiuh, el dios del Sol, recibe la sangre de una codorniz decapitada como alimento. Códice Borgia, lám. 71. Foto: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Elena Mazzetto. Doctora en historia por la Universidad Ca’ Foscari di Venezia y la Université de Paris I Panthéon-Sorbonne. Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Autora del libro Lieux de culte et parcours cérémoniels dans les fêtes des vingtaines à Mexico Tenochtitlan (Oxford, BAR, 2014), así como de numerosas publicaciones dedicadas a las fiestas de las veintenas mexicas y a la alimentación ritual.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Mazzetto, Elena, “El líquido fecundador. Consumo y funciones de la sangre en los rituales de los nahuas prehispánicos”, Arqueología Mexicana, núm. 185, p. 38-45.