Sobre la caída de Teotihuacan hacia 650 d. C., sabemos que la parte central de la ciudad fue incendiada y saqueada, y que un tiempo después hubo migraciones masivas fuera de la Cuenca de México (quizá la primera migración de los pipiles hacia Centroamérica). René Millon (1988) ha señalado que algunas de las causas del fin de Teotihuacan fueron: la mala administración de la economía y la política, la inflexibilidad hacia el cambio, la existencia de una burocracia ineficiente e incompetente y el deterioro de las redes de intercambio.
De los diversos factores que se han mencionado como causas del colapso, podemos imaginar el siguiente escenario: La ciudad había crecido demasiado en las últimas épocas, invadiendo la llanura aluvial, lo que la hacía depender de la zona de Texcoco e Iztapalapa para el abasto de alimentos. Por otro lado, el amplio consumo de madera (en techos y combustibles para diversas actividades, particularmente la producción de cal) causó un deterioro en el ambiente que circundaba a la ciudad, y la deforestación provocó erosión de suelos y baja en los niveles freáticos. Cuando esto sucedía, ocurrió una sequía prolongada en todo el Eje Neovolcánico. Si consideramos que quienes gobernaban la ciudad se presentaban como los encargados de propiciar la lluvia y la fertilidad de la tierra, comprenderemos por qué la revuelta interna que incendió el centro administrativo y religioso estaba dirigida contra el grupo gobernante. Es probable que en esta revuelta hayan participado grupos del sur de Puebla que usaban los canales de distribución de Teotihuacan para vender sus vajillas y artesanías, ya que al parecer también las rutas de abastecimiento de la ciudad fueron cerradas.
Tomado de Linda Manzanilla, “El estado teotihuacano”, Arqueología Mexicana, núm. 32, pp. 22-31.