14. Pintura de Techinantitla. Teotihuacan, Estado de México

Enrique Vela

Pintura de Techinantitla. Formaba parte de un conjunto que adornaba las cuatro paredes de una habitación; esos murales fueron saqueados y hasta ahora se han recuperado tres fragmentos, significativamente similares. Una gran serpiente emplumada de cuyas fauces brotan chorros de agua se encuentra sobre una hilera de árboles con flores y glifos. Se ha propuesto que estos árboles se refieren a lugares bajo el dominio de la ciudad. También se ha sugerido que ya que los árboles asociados a cada serpiente son 13, el espacio en que se encontraban, cubierto en cada una de sus paredes por una serpiente con árboles, era utilizado para celebrar ceremonias relacionadas con ciclos temporales.

La serpiente emplumada. Se trata de uno de los seres más significativos de la cosmogonía mesoamericana. En él se suman los atributos de lo celeste (las plumas de las aves) con lo terrestre (la serpiente) y se le relaciona, entre muchos otros aspectos, con el transcurso del tiempo –y, por ello, con el calendario– y la legitimidad del gobierno. Son estos los sentidos que parece tener su representación en el llamado Templo de Quetzalcóatl de Teotihuacan. A partir de esa época su presencia será constante en distintas regiones, generalmente en contextos alusivos al poder político.

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Vela, Enrique, “14. Pintura de Techinantitla. Teotihuacan, Estado de México”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 96, pp. 38-39.