Bajo el signo del Sol. Plumas, pieles e insignias de águila en el mundo mexica

Leonardo López Luján

Insignias terrenales y divinas

Por un simple procedimiento de sinécdoque, el carácter simbólico del ave más grande del antiguo territorio mesoamericano fue confinado a sus plumas. Éstas se convirtieron así en los referentes por excelencia de lo solar, lo celeste, lo ígneo y lo guerrero. Su presencia en forma de insignias calificó a las numerosas divinidades que las portaban y a sus personificadores. Uno de los casos más conocidos es el cuauhpilolli (“colgajo de águila”), distintivo que se colocaba horizontalmente sobre la cabeza y que se componía de un par de plumas alargadas. Era propio del dios de la cacería Mixcóatl, de los 400 guerreros mimixcóah en que éste se desdoblaba y de los militares que heroicamente habían perecido en el campo de batalla. Otro ejemplo es el cuauhtzontli (“cabellera de águila”), tocado formado con múltiples plumas enhiestas y que también enfatizaba la belicosidad de divinidades como el solar Tonátiuh y la telúrica Cihuacóatl. Por su parte, las temibles tzitzimime, que descendían periódicamente del cielo para atacar a la gente, lucían un citlalicue (“falda de estrellas”), es decir, la divisa dorsal confeccionada con piel de jaguar, plumas de águila juvenil, tiras trenzadas de cuero y caracoles del género Oliva. Mencionemos asimismo el cuauhpachiuhqui chimalli (“rodela con conglomerado de águila”), el escudo ornado de mosaico de plumas con que se defendía la ya mencionada Cihuacóatl, su advocación Ilamatecuhtli y Chantico, deidad del fuego hogareño.

Sin embargo, la expresión superlativa de las insignias elaboradas con plumas de águila real fue el uniforme que representaba a esta rapaz de cuerpo completo. Era vestido por algunos de los valerosos militares mexicas llamados cuauhtli océlotl o “águila, jaguar”. De acuerdo con fray Diego Durán (Historia…, 1984, v. 1, p. 113):

…eran caballeros que profesaban la milicia, que volando, como águilas en armas y valentía y en ánimo invencible, por excelencia les llamaban águilas o tigres. Era la gente más querida y estimada de los reyes que había y los que más privilegios y exenciones alcanzaban. Eran a quien los reyes hacían larguísimas mercedes, y a quien componían con armas y divisas muy galanas y vistosas, y ningún consejo de guerra se tomaba que no fuese con ellos y no con otros ningunos, y lo que ellos ordenaban y mandaban en aquel caso no lo osaban contradecir los reyes, confirmándolo luego.

Tenían al sol por patrón, cuyo templo honraban y servían con todo el cuidado y reverencia del mundo, y así los nombro “caballeros del sol”.

Como lo indica explícitamente este pasaje, los guerreros águila y jaguar estaban fuertemente vinculados al Sol y a su destino. Le rendían culto durante la fiesta de nahui ollin. Además, participaban activamente en el sacrificio gladiatorio de la veintena de tlacaxipehualiztli, rito que reescenificaba la creación del Quinto Sol en Teotihuacan y la guerra primordial ordenada por Tonátiuh contra los 400 mimixcóah. En el plano social, la corporación de los águilas y los jaguares estaba constituida exclusivamente por miembros de la nobleza. Así lo corrobora el propio Durán (Historia…, 1984, vol. 1, p. 105), quien dice explícitamente: “todos los que profesaban y entraban a esta compañía eran gente ilustre y de valor; todos hijos de caballeros y señores, sin admitir gente de baja suerte, por más valiente que fuese”.

Por fortuna, aparte de estas preciadas descripciones textuales, contamos con imágenes inobjetables de los cuauhtli océlotl. Se encuentran en varios documentos coloniales del siglo XVI. En los códices Azcatitlan, Florentino, Tlatelolco y el Lienzo de Tlaxcala, estos militares mexicas aparecen en escenas de un gran dinamismo, tanto bélicas como religiosas. Invariablemente, portan yelmos y trajes que imitan la anatomía del águila real y del jaguar, además de que suelen estar bien armados.

 

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Université de Paris Nanterre y director del Proyecto Templo Mayor, INAH.

López Luján, Leonardo, “Bajo el signo del Sol. Plumas, pieles e insignias de águila en el mundo mexica”, Arqueología Mexicana, núm. 159, pp. 28-35.

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