Chantico Cuaxólotl

Xavier Noguez, Amanda Uribe Cortés

Fray Juan de Torquemada, en el capítulo LVIII de su Monarquía Indiana, registra un interesante párrafo dedicado al inicio del conflicto entre Tenochtitlan y Tlatelolco en 1473:

[Moquihuix Tzonpantecuhtli, tlatoani de Tlatelolco] llevó a todos los que más pudo de los suyos a un cerrillo que está junto de Nuestra Señora de Guadalupe, llamado Zacahuitzyo [Zacahuitzco] fingiendo ir a otra cosa e hizo un solemne sacrificio y ratificó en él los corazones de sus capitanes y muchos de sus aliados y confederados y determinaron el tiempo y nombraron el día [del ataque] que había de ser a los ochenta venideros… Esto quedó en este punto y las cosas se fueron disponiendo y a los diez días del mes Tecuilhuitl (que era el postrero del año de los mexicanos) fueron muertos los cautivos que representaban la figura de los dioses Chantico y Cohuaxólotl y les ayunaron su celebración y muerte y cantaron sus funestos cantos…”

Sabemos que tanto Axayácatl, señor tenochca, como Moquíhuix también ofrecieron, antes del conflicto, ofrendas en sus respectivos templos dedicados a Huitzilopochtli. Sin embargo, en esta información llama la atención la importancia que los tlatelocas le dieron a esa diosa, que todavía queda por aclarar si se trata de una deidad única con dos nombres, o fue la unión de una pareja femenina-masculina, ¿opuesta y complementaria a la vez? Sabemos también que, en 1469, mientras Axayácatl construía un templo llamado Coatlan en su ciudad, Moquíhuix hacía lo mismo en Tlatelolco, con uno dedicado a Cuaxólotl.

Por otro lado, se nota que en el traje del gobernante tlatelolca no se registraron los atavíos de Chantico Cuaxólotl, cuando emprendió los combates, pero sí se pueden percibir los de un desdoblamiento de Xólotl, como podría ser el caso de la descripción que se hace en el texto en náhuatl del Códice Cozcatzin, donde se menciona que el gobernante portaba el atuendo de Quetzalhuexólotl (el guajolote precioso). Como veremos más adelante, es probable que también la presencia de Xólotl, asociada al vencido, se haya indicado en la escena de la derrota de Tlatelolco en el Códice Mendoza. Por otro lado, en la Crónica Mexicáyotl de Hernando Alvarado Tezozómoc se relata que Moquíhuix portaba un quetzalpatzactli, doble hilera de plumas de quetzal que se colocaba en la espalda, “cuando lo arrojaron los tenochcas sobre el momoztli” donde fue sacrificado.

¿Existiría alguna particular razón para que Moquíhuix invocara a una “diosa-dios”, como Chantico Cuaxólotl, para que le auxiliase en la confrontación bélica con sus vecinos tenochcas? Sabemos que Chantico (“en la casa”) era particularmente protectora del fuego doméstico, el del Cihuatlan o cocina. Pero descubrimos que también poseía una naturaleza bélica que se reflejaba en su parafernalia con el atl-tlachinolli (“agua y cosa quemada u hoguera”), el importante signo de la guerra en la iconografía del Posclásico Tardío en el centro de Mesoamérica (siglo XIV y principios del siglo XVI), como se puede constatar en códices como el Borbónico, Telleriano-Remensis (con su contraparte, el Vaticano A-3738) y el Tonalámatl de Aubin. Además, Chantico, de acuerdo con Henry B. Nicholson, se encuentra asociada al complejo de Xiuhtecuhtli- Huehuetéotl-Ixcozauhqui, dioses de la turquesa, del fuego azul primigenio y la Triple Alianza, por medio de la representación de una nariguera de turquesa llamada yacaxíhuitl. En el Telleriano-Remensis esta presencia se exhibe mediante dicha nariguera y unas orejeras en forma de cola de serpiente de turquesa

(xiuhcóatl). Su importancia dentro del ámbito belicoso también se nota en los grandes monolitos que se exponen en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, y que se conocen como la Piedra del Ex Arzobispado y la Piedra de Tízoc. Ahí aparece la derrotada Chantico, como deidad patrona de Xochimilco. Muestra en sus manos un lanzadardos (átlatl) y unas jabalinas (tlacochtli). En un texto de los Primeros Memoriales de fray Bernardino de Sahagún se describe su escudo con mosaico de plumas de águila (in ichimal quauhpachiuqui), como el que portan otras deidades guerreras.

 

 

Xavier Noguez. Doctor en estudios latinoamericanos por la Universidad de Tulane, Nueva Orléans, Louisiana, Estados Unidos. Es profesor-investigador de El Colegio Mexiquense. Sus áreas de trabajo son la investigación y publicación de los códices coloniales del centro de México y los estudios sobre los orígenes de la tradición guadalupana.

Amanda Uribe Cortés. Licenciada en historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y maestra en historia por El Colegio Mexiquense. Sus campos actuales de investigación son la cosmovisión mesoamericana y sus relaciones con la antropología médica y particularmente con la medicina indígena tradicional.

 

Noguez, Xavier  y Amanda Uribe Cortés, “Chantico Cuaxólotl”, Arqueología Mexicana, núm. 158, pp. 26-31.

 

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