Marie-Areti Hers
Chicomóztoc, "la cueva de los siete nichos", es el legendario punto de partida, en el tiempo y en el espacio, de la historia de muchos de los pueblos del Centro de México con que se encontraron los españoles. El análisis de los relatos contenidos en códices y crónicas, en conjunción con los resultados de investigaciones arqueológicas, permite a la autora proponer la identificación de ese mítico lugar con la zona arqueológica de La Quemada, Zacatecas.
El septentrión: tierra de mitos
Desde tiempos remotos, la compleja idea del origen de los dioses y de los hombres expresada por la imagen de una cueva-matriz fue compartida por diversos pueblos mesoamericanos.
La historia antigua del Norte de México está inmersa en el mito, el mito mesoamericano de Chicomóztoc, pero también lo están los mitos de nuestro propio mundo. Chicomóztoc, "la cueva de los siete nichos", es el legendario punto de partida en el tiempo y en el espacio de la historia de numerosos pueblos que dominaban el Centro de México a la llegada de los españoles y cuyos antepasados habían inmigrado desde e l norte. Nuestra búsqueda actual para conocer el pasado se quiere racional pero en ella aún prevalece la idea de una evolución humana hacia estadios superiores que presupone otros pretéritos supuestamente inferiores; por ejemplo, de los cazadores-recolectores o chichimecas del septentrión (o norte) mexicano. Sobre los pueblos no mesoamericanos que poblaron el norte del país siguen pesando todos los prejuicios imaginables: primitivos, atrasados, cavernícolas, etc. Escondemos nuestra ignorancia sobre los milenios de ocupación y la gran diversidad cultural que ha de haberse dado en estos inmensos horizontes, y simplificamos este pasado con términos tan propicios a la confusión como el de chichimeca. Así, por ejemplo, es aún ampliamente aceptada la idea de que los “chichimecas" se transformaron en pocas generaciones de nómadas en constructores ele pirámides. Y, en efecto, la imagen del "salvaje" norteño cavernícola, arquero y cubierto de pieles, abunda en los códices de la época colonial y puede ser el fruto de una confluencia de prejuicios europeos y mesoamericanos sobre los nómadas que en el siglo XVI y desde siglos atrás dominaban el Norte. Pero, gracias a la arqueología, sabemos ahora que no siempre había sido así. Durante el primer milenio de la era, gran parte del Norte fue colonizado por pueblos sedentarios mesoamericanos, y son estos norteños o "chichimecas" los que empezaron a migrar hacia el sur a partir del Epiclásico.
Reconquista mesoamericana del septentrión
Muy temprano en el siglo XVI, desde la expedición de Nuño de Guzmán en 1530, guerreros y colonos mesoamericanos participaron en la lenta conquista de estas tierras de chichimecas. Para los mesoamericanos se trataba en realidad de una reconquista de territorios otrora suyos, hasta el gran repliegue de la frontera que culminó alrededor del siglo noveno. Estas expediciones reavivaron los recuerdos que la tradición de varios pueblos había conservado de una antigua epopeya en un norte lejano. Además, en esta reconquista los aliados indígenas de los españoles se coparon con las ruinas de grandes poblaciones abandonadas, similares a las de sus tierras de o rigen. Por ejemplo, las que ahora se conocen como La Quemada, en Zacatecas, y que desde el siglo XVI los indígenas reconocieron como el afamado Chicomóztoc.
Marie-Areti Hers. Investigadora del Instituto de Investigaciones estéticas de la UNAM. Especialista en el septentrión mesoamericano y coordinadora del proyecto regional e interdisciplinario Hervideros.
Hers, Marie-Areti, “Chicomóztoc. Un mito revisado”, Arqueología Mexicana núm. 56, pp. 48-53.
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