Partiendo de ello, una vez autorizada la toma de muestra del Tlalpanhuéhuetl de Malinalco, se buscó un área en el interior del instrumento para obtener virutas de madera sin contaminantes como podría ser grasa por manipulación o sustancias como ceras o barnices para su conservación.
Se obtuvieron siete muestras (virutas de madera) raspando la misma zona del instrumento, empleando una gubia, las cuales fueron trasladadas al laboratorio de secuenciación del Laboratorio Nacional de Biodiversidad del Instituto de Biología de la UNAM. En el laboratorio, la viruta de cada tubo fue tratada como si fuera una muestra diferente; se empleó un kit de extracción de ADN con modificaciones para extraer ADN de madera y se obtuvieron secuencias de regiones del genoma, que son empleadas para lo que se denomina barcode, mediante una técnica que genera múltiples copias de una región del genoma en particular (PCR); lo que se buscó son los genes de las plantas. En particular interesaban dos regiones: la de los llamados ITS (internal transcribed spacers), altamente representados en el genoma, detectables con cantidades pequeñas de ADN como en la madera, que indicarían el género de planta a la que pertenece, y la región de cloroplasto (psbA-trnH), con el fin de conocer la especie.
Las secuencias obtenidas se compararon en bases de datos de secuencias globales, como la del GenBank, una colección de secuencias de ADN pública, y en otra generada por nuestro grupo de investigación, exclusivamente para las especies de granadillos de México y Centroamérica.
En el proyecto de nuestro grupo de trabajo se obtuvieron secuencias de seis marcadores moleculares para todas las especies mexicanas de granadillos. Contra ellas se compararon las secuencias obtenidas del tlalpanhuéhuetl. Las secuencias obtenidas son únicas de las especies y poblaciones, son nuestras huellas genéticas de pertenencia y, al comparar esas secuencias con las de las bases de datos, podemos saber con gran certidumbre a quién pertenecen. Los resultados obtenidos muestran que la especie corresponde a Dalbergia cubilquitzensis, que se distribuye en México (Veracruz, Puebla, Oaxaca y Chiapas) y en Centroamérica. A dicha especie se le conoce como hormiguillo o palo de cuero en Chiapas.
La madera de los granadillos posee características que la hacen ideal para este tipo de trabajos, no sólo por su belleza sino por la densidad, pues son de especies cuyo crecimiento es lento, y por su resistencia al deterioro. Lamentablemente, en años recientes la explotación de las especies de granadillo ha aumentado y ha llevado a distintas especies de este grupo al borde de la extinción.
Imagen: Secuencias de la electroforesis capilar. Árbol de similitud de secuencias de its de tres muestras del tlalpanhuéhuetl. Las flechas rojas indican las tres muestras de Dalbergia cubilquitzensis. Foto: Euler Pedraza-Ortega. Tlapanhuéhuetl de Malinalco. Museo de Antropología e Historia, Centro Cultural Mexiquense, Toluca, estado de México. Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces.
Eduardo Andrés Escalante Carrillo. Maestro en gestión de sitios arqueológicos por la University College London y arqueólogo por la Universidad Autónoma de Yucatán. Director del Museo de Antropología e Historia del Estado de México.
Laura M. Márquez-Valdelamar. Maestra en ciencias. Técnico académico en el Laboratorio de Secuenciación del Laboratorio Nacional de Biodiversidad, Instituto de Biología, UNAM.
Euler Pedraza-Ortega. Maestro en ciencias. Investigador en el Instituto de Biología, UNAM. Estudiante en el posgrado en ciencias biológicas.
Solange Sotuyo. Doctora en ciencias. Investigadora en el Instituto de Biología, UNAM.
Tomás Villa Cordova. Arqueólogo por la ENAH. Investigador en la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, INAH.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Escalante Carrillo, Eduardo Andrés et al. , “El Tlalpanhuéhuetl de Malinalco. Pasado, identidad biológica y conservación”, Arqueología Mexicana, núm. 177, pp. 54-61.