Semblanza arqueológica de Veracruz
El periodo Clásico, clímax de Mesoamérica
Entre los años 300 y 900 d.C., varios pueblos que ocuparon el territorio desde la sierra hasta las planicies costeras, al igual que otros de Mesoamérica, se van diferenciando y alcanzan notables avances en el orden social, económico, político y religioso. No hay duda de que esto fue posible gracias al desarrollo de sus técnicas de cultivo, que les proporcionaron excedentes alimenticios, y a la obtención de materias primas y otros bienes que fortalecieron el comercio a grandes distancias. La religión también mantiene una importancia vital, al girar alrededor de ella la vida de estos pueblos.
Durante el Clásico Temprano, del 300 al 600 d.C., varios pueblos se desarrollan transformándose en centros ceremoniales. El centro y sur del estado se hallaba poblado por grupos que intercambiaban bienes, servicios e ideas con el Altiplano Central, en especial con Teotihuacan. Los sitios más importantes de esta época en el Veracruz central son Remojadas, Tolome, El Tejar, El Faisán, Nopiloa, Los Cerros y Dicha Tuerta. Sus centros ceremoniales fueron edificados con lodo y adobes, pisos de tierra quemada y a veces estucados, pues carecían de la piedra adecuada, en especial aquéllos asentados en las tierras bajas.
La escultura en barro de esta época es de carácter realista y predominan las huecas de regular tamaño y excelente acabado. Se representan principalmente mujeres con elegantes tocados, vestidas con faldas o sin ellas, algunas de torso desnudo y adornado con collares y orejeras. También representan guerreros armados con macanas, escudos y yelmos, con rostros pintados de negro o con una máscara bucal de chapopote; también destacan los dioses narigudos que parecen representar al Sol, y comienzan las representaciones de deidades como Xipe, Tlazolteotl y las Cihuateteotl. Ciertas costumbres, como el uso de chapopote para pintar los dientes, también están presentes.
La influencia teotihuacana, expresada en las figurillas tipo muñeca, de rostro triangular y grandes orejeras. y en las vasijas cilíndricas trípodes, es también notable en varios sitios del Veracruz central y del norte. Sin embargo, de los sitios hasta ahora explorados, el que muestra una indiscutible presencia teotihuacana, e incluso más que influencia, es el de Matacapan, ubicado en un valle de la Sierra de los Tuxtlas entre San Andrés y Catemaco. Los datos recientemente obtenidos indican que en este sitio se estableció un enclave teotihuacano entre los años 400 y 700 d.C., para controlar el paso de sus mercancías y de ciertos recursos locales. Dicha presencia está indicada por un conjunto de artefactos utilizados principalmente en su parafernalia ritual, como cerámica, figurillas, candeleros, incensarios, y también en lo doméstico y culinario. La mayoría de estos objetos son “imitaciones” y fueron elaborados con barro local, pero siguiendo la técnica y los patrones teotihuacanos. Por lo menos dos de los templos de la zona fueron construidos al estilo talud-tablero y pintados de rojo.
Imagen: Izquierda: En el periodo Clásico Temprano (300-600 d.C.) los pobladores del centro de Veracruz intercambiaron bienes, servicios e ideas con el Altiplano Central. La escultura en barro de esa época era realista; se representaron mujeres con elegantes tocados, vestidas con faldas o desnudas y adornadas con collares y orejeras. Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz. Foto: Carlos Blanco / Raíces. Derecha: Cihuateteo. Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz. Fotos: Carlos Blanco / Raíces.
Ponciano Ortiz Ceballos. Maestría en arqueología por la Universidad Veracruzana, donde es profesor. Ha realizado diversos proyectos arqueológicos en el estado de Veracruz. Dirigió el Proyecto Manatí.
Ortiz Ceballos, Ponciano, “Semblanza arqueológica de Veracruz”, Arqueología Mexicana, núm. 5, pp. 16-23.
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