Decoración corporal prehispánica. Sellos

Enrique Vela

Un elemento frecuente en los contextos arqueológicos mesoamericanos de prácticamente todos los periodos lo constituyen objetos de barro –aunque se han encontrado unos cuantos ejemplares en piedra– planos o cilíndricos que llevan incisas figuras de diversa índole. Se trata de los llamados sellos (objetos en los que la cara grabada es plana) y pintaderas (aquellos redondos en los que el grabado cubre toda la circuferencia). Generalmente se ha asumido que eran utilizados para estampar los motivos que llevan grabados, y de hecho algunos ejemplares conservaban restos de pigmentos, usualmente negro, blanco, rojo o amarillo. Si bien existe acuerdo sobre ese uso, sobre lo que no lo hay es sobre la superficie en que se estampaban, pues podía haberse hecho sobre corteza, tela, cerámica o sobre la piel. La idea más generalizada es que sellos y pintaderas se utilizaban para adornar el cuerpo, supuesto basado más en una deducción lógica que en evidencia concreta, aunque esta ausencia de pruebas se justifica por el hecho de que su uso sobre la piel era efímero por necesidad.

La fabricación de sellos y pintaderas es una práctica bastante antigua y difundida en Mesoamérica; se conocen ejemplares desde el Preclásico hasta el Posclásico en prácticamente todas las regiones. En ellos se grababan diseños de diversas clases que incluyen los geométricos (todos con un significado particular, como el quincunce, que simbolizaba los rumbos del universo), así como animales (entre los más comunes aves y serpientes), plantas, flores, rostros humanos, manos y pies. La abundancia de sellos y la variedad de contextos en que se han encontrado indican que su utilización era común y que a diferencia de otras prácticas de adorno corporal, como el tatuaje o el uso de narigueras y bezotes, era permitido a una buena parte de la población. El adornar el cuerpo con sellos se hacía seguramente en ocasiones determinadas, para ritos y fiestas en las que el propio cuerpo humano era parte de la ceremonia, y las figuras que se ponían sobre él le daban significado y le conferían un rol particular. La amplia diversidad de diseños que se encuentran en sellos y pintaderas indica que, además de vincular el cuerpo pintado a una ceremonia específica, también servían para señalar la pertenencia a un grupo determinado.

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

 

 

Vela, Enrique, “Sellos”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 37, pp. 46-55.