Dos princesas mixtecas en Monte Albán

Maarten Jansen y Gabina Aurora Pérez Jiménez

En la época precolonial, la región mixteca estaba dividida políticamente en varios señoríos, designados por los propios mixtecos como yuvui tayu, “petate y trono”. Este dualismo combina dos tipos de asiento: el petate (yuvui), donde suele sentarse la mujer, y el trono o banquito (tayu), en el que se sienta el hombre. De acuerdo con esta concepción, las dinastías gobernantes se referían tanto al linaje del padre como al linaje de Ia madre para demostrar su legitimidad.

La Señora 3 Pedernal

En los relatos sobre el origen de las dinastías, se hace énfasis en el linaje femenino. Muy ilustrativa a este respecto es la historia narrada por el Códice Nuttall (pp. 14-20) sobre una madre y una hija, ambas con el mismo nombre calendárico: 3 Pedrnal, que vivieron en la época primordial de la historiografía mixteca (antes de 940 d. C.). La primera señora 3 Pedernal se convirtió en una serpiente emplumada para visitar a la diosa  1 Águila, la Abuela del Río, Dueña del Poniente y patrona de la multiplicación del genero humano. La diosa oyó su plegaria y le dio una joya como símbolo de que iba a quedar encinta (ibid. , p. 15). Después de varias ceremonias, se le prendió el baño de vapor (temazcal), como se suele hacer para las que dan a luz. Nació luego su hija 3 Pedernal. La madre se convirtió de nuevo en su nahual (la serpiente emplumada) y entró en una cueva donde dio origen a un río (ibid., p. 16). Después de presentarse a los señores importantes de la Mixteca, la hija se estableció en un palacio junto al Templo de la Serpiente Emplumada (ibid., p. 17). Probablemente el lugar principal de esos hechos fue Apoala, porque allí fue donde un sacerdote visionario, el Señor 12 Viento, llegó a realizar un rito chamánico para entrar en el Lugar del Cielo y comunicarse con los venerados ancestros (ibid., p. 18). Después de haber recibido los símbolos sagrados de la autoridad, el sacerdote regresó de su vuelo mágico e hizo ofendas de copal frente al Templo de la Serpiente Emplumada. Mientras, un embajador suyo se convirtió en Serpiente Preciosa, para poder visitar en la forma de su nahual a la señora 3 Pedernal madre, sentada como un espíritu poderoso en el río de Apoala. El contexto sugiere que el embajador pidió a la madre la mano de la hija para el señor 12 Viento.

El lugar convenido para celebrar la boda fue Monte Albán. El con junto de jeroglíficos toponímicos del gran cerro (ibid. , p. 19) corresponde a los nombres de las diferentes lomas que aparecen registradas en el Mapa de Xoxocotlan (Smith, 1973), pintura colonial que contiene una representación detallada de la famosa acrópolis zapoteca. La Loma del Insecto, por ejemplo, es Tiyuqh en mixteco, que significa tanto “mosca” como “piojo”, y en náhuatl se llama Sayultepec. El recinto con maíz joven (huiyo) o carrizo (yoo) representa el Yucu Yoo, “cerro de carrizo”, Acatepec en náhuatl. Alrededor de 800 d.C., Monte Albán estaba en desintegración y ya no funcionaba como la capital del imperio zapoteco en el Clásico, aunque siguió siendo un sitio habitado de alta jerarquía y notable importancia religiosa, adecuado para realizar grandes ceremonias y enterrar a miembros de 1a elite.

La ceremonia nupcial de la joven 3 Pedernal (Códice Nuttall, p. 19) es representada con detalle y precisión. Dos sacerdotes cargan a la novia por un camino pedregoso y empinado. Abajo, en el valle, los cargadores de la princesa se unen con otro cortejo, que había ido a esperar la llegada del señor 12 Viento, proveniente del Lugar del Cielo.

Los novios se bañan al pie del gran cerro y consuman su matrimonio en una casa real, en el centro del sitio. Después de algún tiempo, nació en el Acatepec una hija, como si naciera del suelo. Su nombre calendárico fue 1 Muerte, día consagrado al Sol. Los grandes señores del lugar se reunieron sobre la meseta, es decir, en la gran plaza de Monte Albán, para rendirle homenaje: ella iba a ser la fundadora de la dinastía de Tilantongo, el prestigioso centro de la Mixteca Alta.

Combinando la información de los códices con los datos arqueológicos, es posible especular que la paulatina desintegración de Monte Albán provocó una serie de conflictos, cuyo resultado final fue que en la región mixteca se impuso una nueva elite local sobre los defensores del viejo orden (representados como “los hombres de piedra”).

El relato de la señora 3 Pedernal sugiere que la nueva elite descendía de matrimonios contraídos en Monte Albán. Tal vez pueda verse en esto el reflejo tardío de una costumbre que debe de haber existido en el periodo Clásico y según la cual los reyes de Monte Albán solían casar a las princesas de la capital con los príncipes de la Mixteca para asegurarse su lealtad. Así se explicaría por que la descendencia a través de la línea femenina fue tan importante en la formación de la dinastía de Tilantongo.

 

Jansen, Maarten y Gabina Aurora Pérez Jiménez, “Dos princesas mixtecas en Monte Albán”, Arqueología Mexicana, núm. 29, pp. 28-33.

 

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