El adorno de la cabeza entre los mayas

Vera Tiesler

Cara a cara con los antiguos mesoamericanos

Los mesoamericanos prestaban importancia al atavío del cuerpo y en especial de la cabeza. Todavía antes de la conquista española se veía una gran variedad de arreglos transitorios y permanentes. Aparte de las pinturas y los sellos faciales, muchos grupos indígenas se escarificaban o tatuaban con motivos relacionados con su oficio, identidad o pertenencia. Aún más indelebles eran los ajustes profundos de los tegumentos faciales. Las perforaciones y la expansión artificial de las mucosas y de los cartílagos estaban destinados a injertar orejeras, narigueras y bezotes. En la vida cotidiana, estas alteraciones del físico solían resaltarse con ornamentos y peinados.

Al confrontar los retratos con los rasgos físicos reconstruidos a partir de los vestigios esqueléticos, reconocemos que el arte solía exagerar aquellas facciones consideradas deseables, en tanto podía suprimir otras, menos codiciadas. Esta tendencia se nota particularmente en la imaginería de los mayas del Clásico. Ahí, la mayoría de los retratos luce una frente angosta y reclinada y muestra una línea de inserción capilar artificialmente retraída. La cima de la cabeza se delineaba con un contorno cónico o tubular. Al trazar el dorso cefálico, inmediatamente detrás del pabellón auricular –en forma recta o incluso cóncava–, los artesanos solían hacer caso omiso de la parte trasera de la cabeza. Esa omisión no es casual, al tratarse de un segmento no deseado, potencialmente maléfico para su portador humano, pues se pensaba que interrumpía la circulación armónica entre la cabeza y más abajo del torso. Debe señalarse que los retratos antropomorfos de los dioses mayas se muestran, de manera similar, sin el occipucio. Una notable excepción lo constituye la deidad de la muerte, a la cual se le retrataba a menudo con la parte trasera de la cabeza redonda y sobre todo voluminosa, lejos de la convención común.

Iamgen: En el arte maya del Clásico se omitía el occipucio, pues se consideraba que era un segmento no deseado, potencialmente maléfico porque interrumpía la circulación armónica entre la cabeza y el torso. El dios del maíz muestra la bóveda del cráneo angosta y reclinada, y tiene pintura facial en el escote, cuello y nuca. Foto: © Justin Kerr 8246.

 

Vera Tiesler. Maestra en arqueología (ENAH), doctora en antropología (UNAM), con estudios en historia del arte, medicina y antropología física. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Yucatán. Su obra se centra en la corporeidad, la vida y la muerte entre los mayas.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Tiesler, Vera, “Cara a cara con los antiguos mexicanos . Bioarqueología del cuerpo humano”, Arqueología Mexicana, núm. 143, pp. 43-49.

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