Carlos Viramontes Anzures, Luz María Flores Morales
En el estado de Guanajuato hay pocos lugares con ejemplos de arte rupestre tan significativos como los de la región nororiental de la entidad. Asiento de cazadores-recolectores desde épocas ancestrales, estas sociedades dejaron plasmadas en cuevas, abrigos y frentes rocosos, una gran cantidad de motivos pictóricos que reflejan una parte fundamental de su forma de vida y de su cosmovisión.
Cuando los españoles llegaron a México en el siglo XVI, el extenso territorio ubicado al norte de los ríos San Juan (Querétaro) y Lerma (Guanajuato) estaba habitado por diversos grupos de cazadores-recolectores y nómadas y seminómadas, a quienes se llamó simplemente chichimecas; sin embargo, estos grupos no necesariamente compartían un mismo origen étnico, ni se encontraban en un nivel de desarrollo equiparable, ni hablaban la misma lengua o tenían las mismas costumbres. A pesar de ello, esta forma de denominarlos permanece hasta nuestros días, junto con algunos prejuicios originados durante la época colonial. En aquel tiempo, lo que actualmente es el estado de Guanajuato era recorrido por grupos como los pames, guamares, guachichiles y copuces, que fueron descritos por el fraile agustino Guillermo de Santa María en un documento conocido como Guerra de los Chichimecas, elaborado en el último tercio del siglo XVI. Entre ellos el arte rupestre era una práctica común, por lo que es frecuente encontrar sitios arqueológicos con manifestaciones rupestres por todo el nororiente de Guanajuato; sin embargo, fue en el pequeño valle intermontano de Victoria y sus inmediaciones, donde esta práctica se dio con una intensidad y singularidad pocas veces vista en otros lugares del centro norte de México.
En la época en que Santa María escribió la Guerra de los Chichimecas, el arte rupestre de los cazadores cazadores-recolectores de la región era bien conocido. Al describir los límites del extenso territorio ocupado por los pames, hizo referencia a un paraje cercano a Xichú al que llamo simplemente las “Cuevas Pintadas”; ésta es quizás la primera noticia escrita sobre el arte rupestre de la región.
El valle intermontano de Victoria
La población de Victoria, antiguamente conocida como San Juan Bautista Xichú (o Xichú de Indios), se localiza en el centro de un pequeño y fértil valle cruzado por el cauce de un río que está seco la mayor parte del año; se encuentra en una entrada natural que desde la Mesa del Centro conduce hacia la Huasteca y las zonas más escarpadas de la Sierra Gorda. Los cerros que rodean el valle están compuestos por tobas suaves, que la acción del viento y el agua han modelado hasta crear un paisaje de características singulares: caprichosas columnas a manera de extravagantes esculturas de piedra, que fueron particularmente aprovechadas para plasmar los motivos rupestres.
Viramontes Anzures, Carlos, y Luz María Flores Morales, “El arte rupestre del nororiente de Guanajuato”, Arqueología Mexicana núm. 91, pp. 67-71.
• Carlos Viramontes Anzures. Arqueólogo. Doctor en antropología e investigador del INAH Querétaro. Responsable del proyecto “Arte rupestre en la cuenca del río Victoria”.
• Luz María Flores Morales. Antropóloga con especialidad en arqueología e investigadora del INAH Guanajuato. Responsable del proyecto “Protección técnica y legal del patrimonio arqueológico en el estado de Guanajuato”..
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