Fue desde muy adentro de los lugares llamados Paxil y Cayala que llegaron las mazorcas amarillas de maíz maduro y las mazorcas blancas de maíz maduro.
Éstos eran los nombres de los animales que obtuvieron sus alimentos: el zorro y el coyote, el perico y el cuervo. Cuatro, pues, fueron los animales que les presentaron las mazorcas amarillas de maíz y las mazorcas blancas de maíz. Llegaron de Paxil e indicaron la senda que llevaba hasta allí. Así fue descubierto el alimento que llegaría a ser la carne de la gente recién armada y formada. Su sangre era el agua. Llegó a ser la sangre de la humanidad. Las mazorcas entraron en su carne por medio de La Que Ha Parido Descendencia y El Que Ha engendrado Hijos.
Así se regocijaron con el descubrimiento de esta montaña excelente que estaba llena de cosas deliciosas, apiñada de mazorcas amarillas y mazorcas blancas. Estaba llena además de pataxte y chocolate, con numerosos zapotes y anonas, con jocotes y nanches, con matasanos y miel. Desde dentro de los lugares llamados Paxil y Cayala salieron los alimentos más dulces de la ciudadela. Todos los alimentos pequeños y los alimentos grandes estaban allí, junto con los campos cultivados, pequeños y grandes.
La senda fue revelada así por los animales. Las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas fueron finamente molidas entonces nueve veces por Xmucané. Los alimentos entraron en su carne, junto con el agua, para darles fuerza. Así fue creada la sustancia de sus brazos. La amarillez de la humanidad se produjo cuando fueron hechos por los que se llaman La Que Ha Parido Descendencia y El Que Ha Engendrado Hijos, por Soberano y Quetzal Serpiente.
Así nuestra primera Madre y nuestro primer Padre dieron expresión a su armazón y a su forma. Su carne fue hecha sólo de mazorcas amarillas y mazorcas blancas. Mera comida fueron las piernas y los brazos de la humanidad, de nuestros primeros padres. Y así fueron cuatro los que fueron hechos, y simple alimento fue su carne.
Popol Vuh, 2012, pp. 286-287.
Imagen: Rina Lazo, Venerable abuelo maíz, 1995. Museo Nacional de Antropología. Foto: Oliver Santana / Raíces.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Vela, Enrique, “Los dioses del maíz”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 98, pp. 62-65.