Algunas figurillas modeladas de la fase Tzacualli de Teotihuacan fueron interpretadas como representaciones de Xipe Tótec o de su forma ancestral, el dios con máscara. La cabeza de la figurilla es globular con tres depresiones circulares y está a menudo tocada con un casco hecho con dos bandas, una que rodea la frente y otra transversal. Un barbiquejo (cinta o correa que sujeta una prenda de cabeza por debajo de la barbilla) sujeta el casco, como se ve en las cabezas colosales olmecas de la costa del Golfo.
En la fase siguiente, las figurillas fueron hechas con moldes. Las máscaras, delgadas y flexibles, siguen estando rematadas por cascos con barbiquejo. A través de tres orificios dejan ver los ojos y la boca del portador. La máscara, al parecer, servía más para esconder el rostro que para protegerlo. La ausencia de nariz muestra que no se trata de un rostro desollado. En el cuerpo de estas figurillas se ven múltiples protecciones y sobresalen las que van en los brazos, las piernas y la cintura. Lo que parece un fragmento de tejido enrollado cruza el pecho desde un hombro hasta la cadera opuesta. Tradicionalmente, se consideraba que estas figuras eran representaciones de Xipe Tótec. En 1987, Hasso von Winning fue de los primeros en dudar de esa interpretación, seguido por Karl Taube en 1988, Sue Scott en 1993 y Orr en 1997, quienes consideraron que se trataba de jugadores de pelota. Recientemente, en 2009, Taube y Zender las interpretaron como “boxeadores”, es decir, participantes de alguna batalla ritual. Algunas figurillas moldeadas tienen detrás de la cabeza un cuadro adornado con rosetas.
Una cabeza sin cuerpo, con casco y con máscara, presumiblemente cortada, figura al centro de un motivo con forma de cruz de Malta sobre un cilindro trípode, decorado con la técnica de champlevé. La misma cabeza está bosquejada en algunas piedras, como la encontrada entre los escombros de la Pirámide de la Serpiente Emplumada. También está esculpida en una estela que procede del ángulo noreste del mismo edificio.
Estas cabezas y las figurillas enmascaradas representarían, por sus cascos y sus vestimentas protectoras, combatientes rituales. Cabezas del mismo tipo –con máscara y casco– han sido localizadas en la vertiente del Pacífico guatemalteco, en contexto de juego de pelota del tipo tlachtli. Los monumentos 2 y 3 de Aguna, Escuintla, son esculturas con espiga horizontal; consisten en dos cabezas globulares con máscara de tres agujeros, y tocadas con un casco sujeto por un barbiquejo. Una de esas esculturas lleva un tocado rectangular con rosetas similar al fragmento de Teotihuacan. Una cabeza semejante decora el braguero del personaje central del Monumento 21 de Bilbao, Guatemala. El guante del jugador del Monumento 6 de Bilbao está adornado con una cabeza humana que usa una máscara con tres agujeros. Esta misma máscara cubre el rostro, flanqueado por cuerdas, grabado sobre el Monumento 35 de El Baúl, Guatemala.
Los personajes con máscara y casco y con vestimenta protectora no son jugadores de pelota, pues no se les puede imaginar enfrentados a otros jugadores tradicionales, como los que figuran en las estelas de Bilbao. La gente de la región se hubiera vanagloriado en sus canchas de juego de pelota de sus victorias en batallas rituales.
Tomado de Claude-François Baudez, “Las batallas rituales en Mesoamérica. Parte 2”, Arqueología Mexicana núm. 113, pp. 18-29.
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