El enigma del glifo Cabeza de Serpiente

Simon Martin

Calakmul y el enigma del glifo Cabeza de Serpiente

Uno de los enigmas más importantes y debatidos por resolver se refiere a la organización política de los mayas durante el periodo Clásico. Fue Heinrich Berlin, investigador germano-mexicano, quien hizo un descubrimiento clave en este aspecto, al identificar los “glifos-emblema”, en 1958. Estas peculiares combinaciones agrupan tres componentes: dos de ellos son relativamente constantes dondequiera que aparecen; el tercero, en cambio, es mayor y varía de un sitio maya a otro. Berlin propuso que dichos glifos identificaban de alguna forma ciudades específicas, sus dinastías gobernantes o los territorios que controlaban. Los adelantos recientes en el desciframiento nos permiten leer ahora sus elementos esenciales: las dos partes invariables corresponden a k’ul, que significa “divino” y a ahaw, “señor o gobernante”. El otro elemento, llamado el “signo principal”, corresponde al nombre de un reino en particular . Resulta claro que los glifos-emblema eran títulos reales que describen a quien tiene un cargo, como “rey divino” de un pequeño Estado. Si mapeamos la distribución de estos glifos, tal como lo hizo Peter Mathews, en las tierras bajas del sur, nos encontramos ante un paisaje densamente ocupado por cerca de 30, o más reinos específicos.

El glifo “Cabeza de Serpiente”

Entre todos los glifos-emblema, hay uno que parece haber tenido particular importancia. El glifo “Cabeza de Serpiente” es el más ampliamente difundido y el más mencionado en el cúmulo de inscripciones. A pesar de tan recurrentes referencias, ignoramos aún la verdadera sede del emblema Cabeza de Serpiente. Se han señalado diversos sitios y cada vez parece más seguro atribuir su origen a Calakmul (tal y como ya lo propuso Joyce Marcus, la primera epigrafista en trabajar en el sitio desde 1973).

A pesar de que en Calakmul existe un mayor número de monumentos labrados que en ningún otro sitio –se han contado hasta ahora 116–, la piedra caliza regional donde se grabaron era frágil, de modo que casi todas las inscripciones y la historia contenida en ellas han sido borradas por la erosión. Estudiar las inscripciones de Calakmul es como mirar a través de una densa niebla: intentamos encontrar sentido a signos apenas visibles, a trazos borrosos, a meras huellas de inscripciones. Pueden reconocerse algunos emblemas Cabeza de Serpiente en las estelas, pero son pocos para demostrar teoría alguna.

Hay dos factores que han arrojado otra luz sobre el asunto. Primero, los investigadores del sitio han excavado nuevas inscripciones, en el proyecto iniciado por la Universidad de Campeche, encabezado por William J. Folan, y más tarde por el Proyecto Arqueológico de la Biosfera de Calakmul, dirigido por Ramón Carrasco. El segundo, de importancia paralela, es el descubrimiento de glifos hecho por David Stuart y Stephen Houston, quienes han identificado, al estudiar otros temas, toponímicos en las inscripciones, diferentes a las nombres de los reinos que muestran los glifos-emblema.

Oxte’tun y Chik Nab

Estos nuevos descubrimientos permiten ver que los dirigentes del reino Cabeza de Serpiente son asociados de manera constante, cuando se les cita, a dos lugares particulares: Oxte’tun, que significa “Tres Piedras” y Chik Nab, cuyo significado aún no es claro. En una inscripción de Dos Pilas, Guatemala, se registra, por ejemplo, el ascenso del gran rey de Cabeza de Serpiente, Pata de Jaguar, y se da cuenta de que la ceremonia se llevó a cabo en Chik Nab. De manera parecida, cuando el rey Balan K’an K’awil, de Dos Pilas, celebró un ritual calendárico en 682 d.C., lo realizó en Oxte’tun, con un gobernante de Cabeza de Serpiente anterior, y no en Dos Pilas. El sitio Oxte’tun era tan importante que incluso llegó a tener un título propio: Oxte’tun Kalomte, el “Batab de Tres Piedras”. Una inscripción de Cancuén, al sur del Petén, recientemente conocida, muestra que este epíteto podía usarse como sustituto del glifo-emblema Cabeza de Serpiente, lo cual es una excelente demostración de que Oxte’tun fue una parte vital en la entidad. En ocasiones se muestran dos lugares juntos, formando un sólo toponímico, lo que sugiere que uno de ellos es un lugar más pequeño que se localiza en el otro.

Cuando observamos las inscripciones que se conservan de Calakmul podemos reconocer el nombre de estos dos lugares. Oxte’tun aparece no menos de ocho veces, con referencias importantes a los señores que se nombran a sí mismos Oxte’tun Kalomte. Un fragmento especialmente hermoso, que forma parte de una escalinata jeroglífica excavada por el Proyecto Arqueológico de la Biosfera de Calakmul, describe el ascenso de Oxte’tun Kalomte a un cargo de ahaw, aunque aún no se encuentra la segunda parte de su título. Hasta ahora sólo se contaba con un texto en el que se mencionaba Chik Nab. Recientemente se han encontrado otros dos; uno de ellos describe la “llegada” de alguien a Chik Nab.

A pesar de que continuamos buscando datos que aclaren el asunto, la información disponible parece sugerir que Oxte’tun es el nombre antiguo de Calakmul, y que Chik Nab es, tal vez, el nombre de alguna localidad más extensa. Si fuera así, entonces Calakmul debe ser un importante centro, tal vez la capital, del reino Cabeza de Serpiente. La identificación correcta del reino Cabeza de Serpiente es cada vez más importante, puesto que podemos ya rebasar el análisis estadístico de sus menciones en otros sitios para entender mucho más el significado de dichas referencias.

Anteriores investigaciones, como las de Thomas Barthel, Joyce Marcus y Richard E.W. Adams, suponían que los territorios marcados por los glifos-emblema se referían sólo a provincias de “estados regionales” más extensos, cada uno de los cuales tenía por cabecera una capital mayor como Tikal, en Guatemala, Copán, en Honduras, Palenque, en Chiapas, y Calakmul.

Sin embargo, al descifrarse los glifos-emblema se reveló un panorama más fragmentado, y así se confirmaron las teorías de los arqueólogos que se inclinan a favor de modelos descentralizados de organización política. Según ellos, no hubo estructuras mayores durante el periodo Clásico: hubo numerosos Estados mayas, de dimensiones pequeñas y políticamente independientes. Tales reconstrucciones son las que predominan en el campo de interpretaciones actuales de la sociedad maya.

La influencia del reino Cabeza de Serpiente

Mis investigaciones, llevadas a cabo de manera conjunta con Nikolai Grube, de la Universidad de Bonn, Alemania, han dado una interpretación diferente a la política del Clásico maya y proponen ideas nuevas acerca de la influencia del reino Cabeza de Serpiente. Si bien es cierto que no tenemos pruebas de que los Estados de las tierras bajas sureñas hayan estado integrados a Estados más amplios, sí existe evidencia acerca de una jerarquización entre ellos. Algunos reyes nos muestran que fueron vasallos de otros, al decir que son y-ahaw, “señores de” algún rey de otro Estado. Otras veces, los dirigentes mayas dicen que su ascenso es u-kahi, “por mandato de” algún rey foráneo: es decir, que de alguna manera fueron sancionados o confirmados por éste en su puesto. Ambos casos tienen paralelos en otras partes de Mesoamérica, tanto entre los mayas del Posclásico como en el centro de México. Los emperadores mexicas, Tizoc por ejemplo, requerían que los reyes recientemente instalados en Estados bajo su sujeción se presentaran en Tenochtitlan para que se les confirmara en su cargo. También el gobernante del gran Quiché Maya, Estado conquistador del Altiplano de Guatemala, usó la misma estrategia para mantener su autoridad sobre cierto número de lugares recién conquistados, pero apenas integrados.

Las más recientes investigaciones indican que los reyes del Clásico maya usaron prácticas semejantes para crear y mantener amplias “esferas políticas”, que en el caso de las regiones más grandes, eran mayores que los Estados regionales tradicionales reconstruidos hasta ahora. El más importante, durante el periodo Clásico Tardío (600-900 d.C.), entre estos “bloques superpotencias” de estructuras poco rígidas, tuvo su centro en el reino Cabeza de Serpiente y en la que parece ser su capital, Calakmul.

Traducción: Elisa Ramírez C.

Simon Martin. Epigrafista. Investigador honorario del instituto de Arqueología del University College de Londres e investigador del Proyecto de la Biosfera de Calakmul, INAH.

Martin, Simon, “Calakmul y el enigma del glifo Cabeza de Serpiente”, Arqueología Mexicana, núm. 18, pp. 42-45.

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